"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

martes, 16 de septiembre de 2014

ROMANCES DE UNA DIOSA ENAMORADA.


ROMANCES DE UNA DIOSA ENAMORADA: AFRODITA EN CORINTO... EPÍSTOLA A SU "Amor", EL DIOS SIRIO "ADONIS". ======================== Querido amigo Adonis, mi querido amor: Acabo de llegar de Chipre, de mi santuario en Pafos, y me encuentro ahora en Citeres caminando hacia Corinto. Por primera vez en mi vida, amigo Adonis, necesito ayuda. Necesito que me protejan, que me acurruquen y que alguien me enseñe cómo llegar a la serenidad y al equilibrio. No me fío de Perséfone, enamorada también de ti, mi amor. ¡Me rompo por dentro! Y aunque sé que Zeus arbitrará a mi favor, mi corazón late alocadamente sin paz ni sosiego, en esta mañana luminosa llena de encanto. Mi alma no sabe a dónde dirigirse. Mi cuerpo está frío, desangelado, hundido, sin espíritu para luchar. Me tira mi pasado unido al presente por una línea mágica, por unos recuerdos bellísimos de sentimientos rotos y palabras que han quedado escritas para siempre en unas cartas que revolvieron mis entrañas de Diosa, por ser mujer enamorada de ti. Dime, Adonis: ¿A dónde me conduce esta locura, esta tierra que se abre hacia un abismo sin nombre y sin historia? ¿Qué significado tiene vivir, imaginar, pensar, descubrir, amar y morir de amor? ¿Cómo se llamará nuestra historia cuando alguien la escriba alguna vez? ¿Quién recogerá los despojos de mi alma inquieta? ¿Quién ayudará a mi cuerpo a ser embalsamado y enterrado entre las madreselvas bajo los cielos de Hélade, muy cerca del mar? ¿Quién aliviará mi pena y acariciará mi tristeza querida? ¿Quién podrá justificar mi vida, mis relatos y mis cuentos de hadas? ¿Quién llevará lilas a mi tumba? ¿Quién rezará un avemaría para mi salvación? ¿Quién recordará mi nombre y mis manos quietas? ¿Quién sellará las huellas de mis pies sobre el suelo de nuestro templo? ¿Quién extenderá los manteles de luto y terciopelo sobre la huerta de mi cabaña? ¿Quién romperá el cielo de mis noches sin Luna? ¿Quién se mojará concadenando su cuerpo con el mío durante las lluvias de abril y recogerá mis lágrimas en odres viejos y eternos? A noche supe que Hera envió dos serpientes a la cuna de Heracles para ahogarle en su cuna, igual que había hecho con Iflicles. Pero Heracles (de ocho meses) agarró a los animales por la garganta y los ahogó. Me encanta el niño Heracles, pero sólo te quiero a ti, mi amor, amigo Adonis. Y, ahora, mirándome a los ojos, abre los labios y dime: ¿Quién contará al mundo mis amores y desengaños? ¿Quién libará conmigo el vaso último del néctar de los dioses, cuando ellos me abandonen? ¿Quién será mi compañero para la eternidad, para siempre, para nunca, para la muerte? ¿Quién me ayudará a traspasar el umbral de la fantasía y de lo mágico? ¿Quién llorará junto a mí, de rodillas, frente a Zeus? ¿Quién querrá jugar al escondite conmigo y con mis amigos los gnomos, bajo las estrellas, frente al infinito para tocar la Luna llena con sus manos uncidas a las mías? ¿Quién avisará a las golondrinas para que ya no vuelen frente a mis balcones porque yo ya no estaré cincelando el atardecer con mis ojos tristes de enamorada? Amo a Heracles, por la gloria de sus doce trabajos. Los recuerdo bien; después de crecer, cuando medía cuatro codos y un pie, con dieciocho años, realizó su primera azaña matando aquel león que asolaba los pueblos del Citerón. Amo, pues, a Heracles como si fuera un hermano mío. Mas él nunca leerá mis cartas ni romperá en trozos mis poemas. No me interesan los doce triunfos de Heracles, sobre el León de Nemea, La hidra de Lerna, El jabalí de Erimanto, La cierva de Cerinio, Los pájaros de lago Estínfalo, Los establos de Augías, El toro de Creta, Las yeguas de Diomedes, El cinturón de Hipólita, Los bueyes de Gerión, El can Cerbero, ni Las manzanas de las Hespérides. A Heracles, todos le admiran y respetan. Pero yo sólo te quiero a ti, amigo mío, querido Adonis. ¿Quién, entonces, interpretará mis cálidos sueños, mis locuras bellas y mi vida entera? ¿Quién salvará mis palabras y se enamorará de mis silencios? ¿Quién relatará al cierzo y a las madreselvas que supe amar hasta conseguir desandar el tiempo y pararlo, creándolo de nuevo? O ¿quién besará mis ojos cansados cuando mis manos tiemblen y ya no puedan romper el aire finísimo que separa el presente del futuro y del pasado? ¿Quién intentará, al fin, penetrar en mi misterio abriendo un poco más sus cicatrices...? No sé. Tenía necesidad de escribir para ti mis pensamientos más íntimos. Mi locura es sólo mía. Y no quisiera que nadie me la arrebatara. Adonis, querido amigo: ¡Te quiero tanto...! AFRODITA. http://lacomunidad.elpais.com/latabernadelosmares/2010/10/22/romances-diosa-enamorada-afrodita-hacia-corinto-/ 2010-10-22T21:25:55Z César latabernadelosmares@yahoo.es

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