Explica Aristóteles que, antes de que exista una cosa, es indispensable
que exista el principio por el cual esa cosa es posible y tiende a los
fines que le son propios.
El sabio griego llama "entelequias" a esos
principios y hace depender de ellos la razón de ser de cuanto existe en
el mundo, tanto en lo infinitamente grande como en lo infinitamente
pequeño, lo que tiene existencia individual o forma conglomerados
indiferenciados, lo que se mueve por sus propios medios o es movido por
voluntades o fuerzas exteriores.
De acuerdo con con ese concepto del
Universo, los frutos que penden del árbol están, en potencia, en la
semilla, y ésta lo está en la entelequia que hace posible el árbol, la
flor, los frutos y la misión que todo ello cumple en la evolución
individual de quien los come, siendo, por lo tanto, perfectamente
posible anticipar el resultado ulterior de una cosa, si conocemos la
progresión que sigue la "entelequia" en que una cosa tiene su principio
y, pudiendo saberse en el instante de partida lo que vamos a encontrar
en el de la llegada. ¿Ha existido o puede existir una ciencia que provea
tal conocimiento?
Los libros sagrados de todas las religiones
afirman que sí, y los numerosos pronósticos que anticiparon con
fidelidad lo que habría de ocurrir siglos más tarde, prueban su
posibilidad. ¿Qué falta, o qué sobra, para que hasta ahora no se
coordinasen los elementos y se estableciesen las reglas que capaciten a
todos para servirse de esa Ciencia con la misma efectividad que lo
hicieron unos pocos?
Toda ciencia está supeditada a las aptitudes
naturales de quien se sirve de ella, y ni siempre produce los mismos
resultados al ser aplicada por diferentes individuos, ni siquiera el
mismo individuo logra iguales efectos si la utiliza en condiciones
diferentes, ocurriendo, además, que no sólo no hay una ciencia que se
baste a sí misma, sino que no existe cerebro capaz de conocer todo lo
que una ciencia abarca. En lo que a la predicción se refiere, es fama
que Colón impresionó profundamente a los aborígenes de Santo Domingo al
anticipar con rigurosa exactitud el instante en que tendría efecto un
eclipse.
Y, al ser la predicción una necesidad natural -y lo es por
cuanto todo lo que ocurre en determinado instante, se vincula a algo que
ha ocurrido en el pasado y ocurrirá en el porvenir, es evidente que
tiene que existir un medio de satisfacer esa necesidad, medio que
exigiendo el concurso de diversos factores y aptitudes, constituye una
ciencia de las anticipaciones.
Aunque tal vez, sin que jamás se
poseyese otra cosa que vislumbres de la Ciencia de que hablamos, es
perfectamente legítimo aceptar que ha existido y existe. Y, si bien no
todas las personas disponen de aptitudes para lograr iguales resultados
de ella, a todos presta un constante y valioso servicio.
Y nos
preguntamos: ¿A base de qué disciplina será posible mejorar el
conocimiento de esa ciencia a fin de aumentar la utilidad que rinde?
César R. Docampo.