"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

domingo, 14 de septiembre de 2014

"REPLICANTES FUERA DE NUESTRA TIERRA". ¡ES HORA DE MORIR! (43) REPLICANTES EN COLONIAS EXTERIORES A LA TIERRA (inspirados en la novela "Sueñan los androides con ovejas eléctricas..."). Palabras, palabras y más palabras. ========================= Dicen que en la película Blade Runner el replicante Roy Batty, en su última lucha, mientras agoniza, se refiere a una supuesta "Puerta de Tannhäuser" antes de morir. Y dicen que estas últimas palabras de Roy Batty se están convirtiendo en las más famosas de la historia del cine:
“Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais... atacar naves en llamas más allá de Orión, he visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”. . . . Para mí, las mejores frases célebres en cine son los silencios, ofreciendo en plano contra plano los rostros de los que componen una escena, y más aún los fundidos (en negro, para expresar el paso del tiempo), fundidos a veces muy lentos como hacía Fellini pasando de una a otra secuencia porque su cine eran muchas historias dentro de una misma historia, igual que las cajas chinas; historias todas ellas sobre la condición humana. No he visto “Blade Runner”, que debe de ser de comienzos de los 80. En alguna parte sí he leído que acaba de lanzarse para España en DVD y, por lo poco que he leído sobre su argumento (“replicantes fuera de nuestra Tierra”) no me subyuga ese tipo de ciencia ficción. En otros tiempos estaba “Metrópolis” de F. Lang (la destrucción de las máquinas), en la que no había necesidad de hablar, o aquella advertencia de Kaatu a los terrestres en “Ultimatum a la Tierra”, o “M” también de Lang de la que nunca podremos olvidar aquellas calles desiertas, el asfalto reluciente por la lluvia, las persecuciones siempre obsesionantes y el ambiente de pesadilla, que luego encontraremos en el cine negro americano con Hitchcock y Siodmak, tan generoso en atmósferas irreales y oníricas, como aquella secuencia final en la que el asesino es juzgado por los demás delincuentes en aquel tribunal de los muertos de “El hombre que vendió su alma” de Dieterle. Curioso; el cine carece de géneros y, a la vez, tiene una inmenso género: el “western” americano. Y va siendo hora -creo yo- de que las televisiones nos ofrezcan (a modo de terapia para esta nuestra sociedad enferma) una retrospectiva del western americano; cine que, para los yanquis, representa lo que la Canción de Rolando para los franceses o el Poema del Mío Cid para los españoles; aquellas fantásticas películas de tiros, galopadas, indios y buscadores de oro. Pienso en el incomparable director irlandés, John Ford. Si nos detuviéramos en su película LA DILIGENCIA, nos daremos cuenta de que nadie ha sabido cantar como él esa canción épica, ronca y sentimental de aquel Oeste cuyo salvajismo es atemperado por la amistad entre compañeros incompatibles a quienes la fatalidad armoniza; donde el amor de una chica nos recuerda (en medio de la dureza de existencias siempre a merced de un tiro), que subsiste un rincón delicado en el mundo, por el cual vale la pena hacerse pacífico y bueno. Para mí, La Diligencia, siendo la historia de un grupo humano caminando hacia su destino, el que les reserva una cita con la muerte, expresa como ninguna otra nuestra vida. Tiene el empaque de una tragedia clásica. No faltan las famosas unidades de acción, lugar y tiempo. Aquellos personajes como el jugador, el viajante, el postillón, la mujer joven y el banquero, maravillosamente logrados. Un prodigio de ritmo, plástica y movimiento, emotividad y suspense. Películas como ésta nos ayudarían a vivir, a echar la plomada sobre la medida exacta de todas las cosas. Sería ésta la gran palabra del C I N E. César R. Docampo http://lacomunidad.elpais.com/latabernadelosmares/2008/01/12/-replicantes-fuera-nuestra-tierra-es-hora-morir-43/ 2008-01-12T11:40:46Z César latabernadelosmares@yahoo.es

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