"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

lunes, 15 de septiembre de 2014

O DIOS O YO... ... Y COMO A NUESTRO YO NO PODEMOS RENUNCIAR, ALGUNOS RENUNCIAN A DIOS. ============================================= El pasado domingo, 28 de Diciembre, miles de familias se congregaron en la plaza madrileña de Colón para celebrar una Misa con motivo del Día de la Familia. En el trascurso de la Homilía el cardenal Rouco insistió en que el modelo de vivir en familia fue la Sagrada Familia de Nazareth: "La posibilidad de vivir la familia en la integridad y belleza de su ser como comunidad indisoluble de amor y de vida, fundada en la donación esponsal del varón a la mujer y de la mujer al varón y, por ello, esencialmente abierta al don de la vida: a los hijos". El cardenal Antonio María Rouco Varela, instó a los matrimonios a vencer "la cultura de la muerte" entronizada en nuestra sociedad por la sobrecogedora crueldad del aborto", en un número que "estremece". . . . Después de leer estas palabras del cardenal Rouco, después de colocar sus argumentaciones en un platillo de la balanza, y, en el otro, eso que dicen y predican los apologistas del aborto a la violeta, observo que se nos plantea un dilema: O nos refugiamos bajo las palabras y a la sombra de la Iglesia sin por ello incurrir en un dogmatismo gratuito, o bien recaemos en cualquiera de las formas del descaro y la trivialidad en boga: todo eso que predica el partido en el poder y gran parte de la izquierda española. Los que habían llenado las calles gritando NO a la guerra, dicen SÍ al aborto. “Apiolemos niños, antes de nacer”. Cualquier día, otro será el grito: “Apiolemos a los viejos” antes de que se mueran de muerte natural; conducta ésta practicada en algún hospital de Holanda y también de la comunidad de Madrid. El recuerdo de nuestras propias dificultades y de mis propias dudas, me impide menospreciar la fuerza con que este dilema se plantea en muchas conciencias. ¿Qué hacemos? Ante esta perplejidad, viene a mi mente el pensamiento de T. Hobbes cuya línea argumental va dirigida a eliminar uno de los mayores obstáculos que se interponían entre las pretensiones absolutas del poder civil y sus súbditos. Los deberes de los hombres para con Dios no debían ser impedimento para su obligación de obediencia al soberano. De ahí que Hobbes buscara en su “Leviatán” la unidad de la espada y el báculo en una sola y misma persona. Sintetizando y yendo al grano, diré que según Hobbes, el “Reino de Dios" se manifiesta en este mundo de una doble manera; como “Reino de Dios natural”; es decir, en los dictados de nuestra razón que nos conminan a creer en Él y nos prescriben como obligación prioritaria velar por nuestra conservación; y también como “Reino de Dios profético”, que describe el vínculo directo entre Dios y su pueblo, rechazado en aquella elección de Saúl, pero restaurado por Cristo, Dios en esta tierra a través de su Iglesia. El millón y pico de personas que el domingo 28 de Diciembre acudieron a la plaza madrileña de Colón, demostraron estar dispuestos a vivir en paz haciendo uso de la razón natural que les guía, respetándose a sí y a los demás: nascituros, niños, jóvenes, personas adultas y ancianos. Más allá de las supersticiones del “Reino de las Tinieblas”. Porque la sociedad actual está transformando el concepto de familia, nos urge resolver dos problemas. El relativo a los niños y el de los viejos. Guarderías y asilos. Antiguamente, en algunos pueblos, igual que las mujeres se prostituían en los templos como ofrenda a Dios, así también se sacrificaban criaturas humanas con el fin de aplacar la ira de los dioses. Otro tanto se hacía con los ancianos. Antiguamente los esquimales y también los salvajes del centro de África (con todo el cariño y después de una fiestecita) dejaban abandonado al “abuelito” en un rincón solitario, entre témpanos de hielo o en un claro de la selva, para que el oso polar y el leopardo dieran fin, con brevedad, a esta cuestión. . . . ¿Qué os parece? ¿Dónde nos encontramos nosotros ahora? César R. Docampo http://lacomunidad.elpais.com/latabernadelosmares/2008/12/30/o-dios-o-yo-/ 2008-12-30T17:08:46Z César latabernadelosmares@yahoo.es

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