"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

domingo, 14 de septiembre de 2014


NUESTRA SALUD: ¿Por qué hacer ejercicio? (50)
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En el curso de la evolución de la raza humana, el hombre siempre ha tenido que hacer ejercicio para sobrevivir. Tenía que ser capaz de escapar corriendo delante del enemigo, de cazar su alimento, de trepar a los árboles, subir montañas y vadear ríos. Cada momento de su vida lo ganaba con el esfuerzo físico. No necesitaba un programa de gimnasia. Era suficiente la lucha física por permanecer vivos. A medida que la civilización ha ido avanzando y hemos entrado en la era de la mecanización, donde nos basta apretar un botón para obtener cuanto queramos, cada día nos hace menos falta usar nuestro cuerpo, pero no por ello ha disminuido la necesidad de movernos. Porque nuestros músculos, glándulas, órganos, mente y espíritu siguen precisando el movimiento diario para funcionar correctamente. Los más de 600 músculos de nuestro cuerpo han de tener la tensión o tono y la capacidad de extenderse y contraerse. Cada uno de ellos necesita movimiento diario (ejercicio) para conservar sus elasticidad, su energía, su juventud y todo su vigor. Los músculos se encargan de mantener en la posición debida los órganos para que éstos funcionen correctamente. El ejercicio también es esencial para que las glándulas puedan realizar sus complejas tareas, para mantener el vigor sexual, para alimentar la circulación de la sangre y para contrarrestar la fuerza de la gravedad que tiende a producir barrigas prominentes y flojas, estómagos caídos, hígados perezosos, corazones mal alimentados de sangre, arterias obstruidas y grasas antiestéticas…, etc., por no mencionar más que unas cuantas de las dañinas consecuencias de la inactividad. . . . El ejercicio es una de las más eficaces medicinas preventivas para alejar de nosotros las discapacidades propias de la edad madura y de la vejez, así como un importante recurso terapéutico para reparar los destrozos de la enfermedad. El ejercicio es esencial para el mantenimiento de la salud, la belleza, la capacidad reproductora, el control del peso, la longevidad, el equilibrio mental y la armonía del espíritu. Las personas físicamente inactivas envejecen antes, mueren más jóvenes y están expuestas a los dolores de espalda, úlceras, cáncer de pulmón, trastornos de la próstata, cirrosis hepática, hemorroides. El porcentaje de muertes por infarto entre las personas físicamente inactivas es el doble del normal. Sabemos que los músculos pueden atrofiarse por falta de ejercicio. La razón es que los músculos se alimentan a través de miles de vasos capilares, que trasportan alimentos y eliminan las sustancias de deshecho. En un adulto sedentario, numerosos capilares de éstos están colapsados y apenas funcionan. Sólo el ejercicio puede abrirlos y proporcionar así mejor nutrición a los músculos. La buena forma física no sólo se refiere a la eficiencia muscular y atlética, sino también a la activación de los nutrientes en nuestro cuerpo, pues el ejercicio estimula el tono corporal, enviando minerales a los músculos, piel, órganos, vasos sanguíneos y otras partes del cuerpo. El ejercicio hace que los minerales ayuden a mantener el cuerpo bien hidratado, a que se desembarace correctamente de las sustancias de desecho y a mantenerlo en su óptimo nivel de actividad, fatigándose poco sin que esa actividad pierda calidad. Cuando los minerales son estimulados por el ejercicio, contribuyen a que los alimentos pasen por su tracto digestivo, lo capaciten para inhalar aire en sus pulmones y para regular la acción de los vasos sanguíneos cuando es necesaria mayor presión ante una emergencia. . . . ¿Qué ejercicios concretos? En el transcurso del tiempo, hemos visto aparecer y desaparecer muchas modas: “Los doce mejores”, “Los siete más viejos”, “Los de las fuerzas canadienses”, isométricos, isotónicos, aerobic, jogging, el salto de la comba, el yoga, etc. Pienso que todos son buenos con tal de practicarlos regular y correctamente, con la debida preparación y después de un buen examen médico que fije los parámetros de sus limitaciones personales. Ahora bien, por simplificar, diremos que: Conviene que nuestro cuerpo haga todos los días una cierta cantidad de ejercicio físico, a ser posible al aire libre. Y que pasear, nadar o remar, son los tres mejores. Pasear siempre al aire libre y, si puede ser, por las mañanas. Pues ello proporciona una mejor actividad del oxígeno y del ozono para mantener el equilibrio en el flujo sanguíneo que recorre los pulmones, el corazón, el hígado y los riñones. Un destacado cardiólogo decía: “Un vigoroso paseo diario de ocho kilómetros hace más bien que toda la medicina y la psicología del mundo”. Pasear a buen ritmo (no meramente caminar o callejear viendo escaparates), es la más sencilla y una de las mejores formas de hacer ejercicio. Nuestro cuerpo humano tiene más de 100.000 kilómetros de vasos sanguíneos, capilares en su mayoría. Estos conductos diminutos hacen llegar el oxígeno a los músculos. Sólo unos pocos de ellos están abiertos cuando el músculo se encuentra inactivo, pero se multiplican por 50 cuando el músculo trabaja. Con el ejercicio, además, se da otro factor importante con respecto al retorno de la sangre al corazón. Los músculos del cuerpo intervienen en esta función con un efecto de bombeo suplementario. Cuando un músculo está trabajando activamente, aprieta los capilares y expulsa la sangre que llevan, haciéndola circular de vuelta al corazón. . . . CONCLUSIÓN: La próxima vez que tenga que ir a un recado, no se suba al coche. Vaya a pie y a buen ritmo. Suba y baje escaleras. Si tiene hernia discal o problemas de cadera, ande mucho. ¿Sabía usted que esto robustece todos los músculos y muy especialmente aquellos que mantienen firme y en su sitio nuestra columna vertebral? Si practican ejercicio o andan mucho, irán viendo poco a poco cómo rejuvenecen y su cuerpo es más elástico. Vivirán más años y mejor. Es mi mejor deseo, para ustedes. César R. Docampo

http://lacomunidad.elpais.com/latabernadelosmares/2008/01/26/nuestra-salud-por-hacer-ejercicio-50-/
2008-01-26T20:01:49Z
César latabernadelosmares@yahoo.es

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