"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

domingo, 14 de septiembre de 2014

NECESITAMOS BEBER ADECUADAMENTE (47)
“ARAKIS es un planeta desértico donde el agua escasea extraordinariamente. Sus habitantes los “fremanes” la tienen por sagrada y nunca la gastan sino “gota a gota”. Los fremanes consideran que llorar es “despilfarrar el agua vital” y llorar a los muertos un símbolo de estúpida prodigalidad. Incluso han inventado procedimientos para reciclar el sudor y la orina y así reconvertirlos en agua potable”.
Éste es el mundo que imaginó Frank Herbert en su célebre novela “Dune”, adaptada al cine por David Lynch en 1984. Película -dicen algunos- muy mala, mesiánica y sionista. Aunque para algunos otros la novela “Dune” es una de las mejores de ciencia ficción, para otros resulta una obra de querer y no poder.
A nosotros, dejando aparte consideraciones de orden literario, nos resultaría difícil imaginar tal situación. Nosotros, los que despilfarramos entre 8, 10 o 20 litros de agua cada vez que tiramos de la cadena. Quedan lejos aquellos tiempos en los que era preciso andar un largo trecho para llegar hasta la orilla del río, o sacar el agua con esfuerzo de algún pozo. Para la mayoría, pues, la visión de Frank Herbert, seguirá siendo ciencia ficción. Y sin embargo…
¿Qué sería de nosotros si llegase a faltarnos el agua?
Nuestro planeta está compuesto de agua en un 70%, igual que nuestro cuerpo (curioso, ¿no?). En nuestros cerebros dicha proporción alcanza el 80%. ¿No es razonable suponer que la alimentación debe incluir igualmente un 70% de agua?
Por una parte, el agua nos aporta ciertos minerales y oligoelementos. Además entra en la composición de los tejidos, siendo el integrante básico de todos ellos. El agua es además el constituyente esencial de los líquidos corporales: linfa, sangre, orina, saliva y demás secreciones. Por último, el agua sirve para transportar nutrientes, para regular la temperatura corporal, para transportar y eliminar las sustancias de desecho a través de los riñones, los intestinos, la piel y los pulmones.
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Todos los días perdemos de dos a tres litros de agua. ¿Sabían ustedes que no es suficiente beber siete u ocho vasos de agua al día para cubrir las necesidades fisiológicas, y que la más provechosa de las aguas es la que contienen los alimentos? Pues, además del agua que bebemos y de la que contienen los alimentos, está el agua “metabólica”; el agua resultante de la combustión de los alimentos.
Para tener la seguridad de que cubrimos la demanda fisiológica, se recomienda consumir más frutas y hortalizas, que son los alimentos más ricos en agua. Esta agua nutricional es la que va a depurar el organismo, eliminando las toxinas tanto a nivel celular como en el nivel de los vasos sanguíneos.
El agua, además, transporta las sustancias que hacen posibles las diferentes reacciones bioquímicas en el plano celular. De ahí que: Se nos aconseja que el régimen cotidiano de alimentación debiera incluir un 70% de frutas y hortalizas, en comparación con el aporte de los alimentos que llaman concentrados como son las legumbres secas, los cereales, las carnes, la leche, etc. Y así, la sensación de sed después de comer, nos indica que el ágape estuvo falto de hortalizas frescas o frutas.
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No es recomendable beber mientras estamos sentados a la mesa, y todavía menos inmediatamente después. No se debería beber nada durante los 15 minutos anteriores a la comida, ni dentro de las dos horas siguientes. ¿Por qué? Porque el agua impide la actividad normal de los jugos digestivos. Al diluirlos, perjudica la digestión de los alimentos, y esto significa que ha empeorado tanto la asimilación de éstos como la eliminación de los residuos orgánicos.
Siempre que bebamos agua debiéramos hacerlo a sorbos pequeños y muy despacio. Como si “comiéramos” el agua, de manera que fomente la secreción de saliva. Nunca tomar zumos de frutas en las comidas, a no ser que toda la comida haya consistido exclusivamente en frutas.
Aunque la novela “Dune” de Frank Herbert y su correspondiente adaptación cinematográfica llevada a cabo por David Lynch, sea lenta, carente de ritmo, con pausas narrativas y reflexiones que suponen un desafío a la paciencia de lectores y espectadores, es sin embargo un doble documento que estaría bien conocer. Muchas veces la ciencia ficción rasga los velos más insospechados. ¿Recuerdan ustedes “Un caso de conciencia” de James Blish, o “El fin de la eternidad” de Isaac Asimov; o “La mano izquierda de la Oscuridad” de Úrsula K. LeGuin? No se trata de invenciones libres de un poeta. Algo hay o habrá de mensaje subliminal.
Algunas veces la utopía es como aquel montañero avezado que nos ayuda a coronar no el Everest, sino las cimas futuribles de una Verdad, ésa que no sólo te hace recordar los nombres de tus amigos de infancia o el teléfono de un pariente, sino que adecúa y marca nuestro caminar (en este caso) hacia la salud.
César R. Docampo
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http://lacomunidad.elpais.com/latabernadelosmares/2008/01/20/necesitamos-beber-adecuadamente-47-/ 2008-01-20T14:10:00Z César latabernadelosmares@yahoo.es

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