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Estamos nuevamente en la España cañí.
A ver si nos enteramos de una vez. El hombre, todos los humanos, somos una realidad intermedia entre lo apolíneo y lo dionisíaco. Así nos hizo Dios, diciendo: Creced y multiplicaos.
Y así nacimos entre una fauna cubierta de estalagmitas.
Eso ocurrió con fecha del tercer interglaciar. Barruntados (todos) de una fuerza procreadora a la que llamamos sexualidad y, que en sí, nunca es pecado.
La sexualidad es siempre divina, por ser obra de Dios. Otra cuestión sería cuando el cuerpo humano ensimismado u oscurecido por las punzadas del placer, se proyecta a sí mismo bajo el ansia de “ensoñaciones orgásmicas” (como las llama Desmond Morris), cubriendo los espejos y dejándose enterrar en los bosques, lo mismo que hacen los pastores usando una bramadera para guiar al ganado.
Hasta aquí todo es biología
La escandalera surge cuando tales eventos traspasan las murallas de la intimidad.
Entonces lenguaje y metalenguaje, van tomando un aspecto menos congruente. La insubordinación, los chiflidos y los improperios, conforman la idea más mezquina dentro de las normas de cualquier cultura.
Entonces somos, otra vez, el “Homo Pithecanthropus”.
Y quien se sienta con todos los derechos, que tire la primera piedra.
Esta reflexión, ¿de qué?
Vean y escuchen a una mujer: Olvido Hormigos.
http://www.eldigitalcastillalamancha.es/olvido-hormigos-explica-en-un-video-todo-lo-relacionado-con-su-caso-vealo-aqui-116210.htm
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César R. Docampo
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