...UNA RED DE INTERESES CRUZADOS. ============================ Karbrandan escribió: |
"MI PADRE"
La historia tan interesante del Dr. Fleming que César Docampo nos ha traído a la "Taberna de los Mares", me ha llevado a mi niñez, al lugar donde nací, a una de las torres de Hércules, a la Perla del Mare Nostrum como dicen los caballas, a la ciudad de Ceuta.
Mi ancestro era militar perteneciente al Cuerpo de Sanidad Militar y en aquellos años la penicilina solo existía en los cuarteles y botiquines del Ejército y por supuesto en las faltriqueras de mi padre tomadas sin permiso. La penicilina se comerciaba de contrabando y era un producto de la farmacopea, muy lejos de ser asequible por la gente humilde de Ceuta; los pescadores y marroquíes. Tengo muchos recuerdos de la niñez de Ceuta, de ver muchos ataúdes blancos de niños, morían por cualquier fiebre y por falta de penicilina.
Era típico en mi padre al ser entonces el más pequeño de cuatro hermanos, ya que el último nació en Madrid, de invitarme mi padre a sus paseos entre las cábilas morunas donde un legionario no se atrevía a entrar en aquellos callejones estrechos, con mil ojos berberiscos acechándote desde las sombras y ventanucos y en esos lugares extraños, mi padre andaba como en casa y lo recibían como a un rey beduino. Siempre vestía de traje y corbata, sin faltarle aquel maletín, cuyos utensilios que portaba en el interior; jeringuillas, agujas de mil tamaños y otros cuencos metálicos donde hervía su útiles, yo los odiaba cada vez que enfermaba. Pero le acompañaba, solo de pensar en aquellas tortas de anises que junto al té con hierbabuena, nos daban con hospitalidad por la labor humana que hacía mi padre con aquellos niños pobres, y de la misma forma, lo hacía con los hijos de los pescadores españoles.
De niño no percibía el gran peligro que corría mi padre en aquella época franquista; mi padre robaba la penicilina al Ejército, para evitar la muerte de aquellos niños. De mayor más de una vez le pregunté, cómo se atrevía en aquellos años robar la penicilina del botiquín y por respuesta, solo sonreía y presumía contestando que alguna vez le pagaron. Alguna vez, y cuantas veces salvó aquellos infantes y cuantas veces corrió el riesgo de entrar en un penal militar.
Hoy sus restos o sus cenizas, reposan esparcidas en el jardín del nuevo cementerio de San Fernando, en su jubilación se fue a su lugar de nacimiento, a su Cái, como cañailla de San Fernando. Aunque yo le hubiera hecho una estatua en Ceuta, se lo merece, al evitar llenar el cementerio de Ceuta de niños. Solo pienso en aquellos ataúdes pequeños y blancos, y me apena que aquellos angelitos no les dio tiempo a conocer al practicante, aquel caco y ladrón que robaba la penicilina al Ejército español de Franco, que su gran afición no era la medicina, era el séptimo arte y escuchar los tangos de Carlos Gardel. Siempre que escucho; "Mi Buenos Aires querido, cuando yo te vuelva a ver, no habrá más penas ni olvidos", me acuerdo de él, y lo veo con su traje y con su inseparable maletín. Papá, yo nunca te olvidaré.
Saludos".
Hasta aquí "Karbrandan" |
"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".
EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.
sábado, 20 de septiembre de 2014
LA PENICILINA Y EL ESTRAPERLO, ACABADA LA GUERRA CIVIL...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario