"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

lunes, 15 de septiembre de 2014

"ESTOY CONTENTO DE LLAMARLE AMIGO MÍO"
Es el título del periódico El País, al que (con un poquitín de mala uva) se le añade el siguiente "lead": "Obama elogia a Zapatero en el encuentro que pone fin al distanciamiento entre la Casa Blanca y el ejecutivo español". ======================================= "ESTOY CONTENTO DE LLAMARLE AMIGO MÍO", dijo Barack Obama a Zapatero tratándolo de usted, mirándolo con superioridad (de arriba abajo), colocándole una mano de perdón sobre el hombro, casi a un metro de distancia. Y todos podemos presenciar a un Zapatero rendido, blandiendo una mirada acorchada y sumisa, con los músculos faciales hinchados, flácidos, sosos. ¡De pena, Sr. Presidente de una España con diarreas! A la vista de esa foto que tanto anhelaba Zapatero, acude a mi mente el título de una película: "Der Tod im Venedig" (Muerte en Venecia). . . . Aquella excelente novela de Thomas Mann escrita en 1913, llevaba tiempo tentando a Luchino Visconti, el aristócrata y exquisito cineasta italiano, cuya sensibilidad se había revelado en sus películas muy afín al espíritu del gran novelista alemán. Para articular su drama con mayor convicción, el realizador se permitió algunas licencias con el texto original, como fue la de convertir al escritor protagonista de la novela (Gustav von Aschenbach) en un célebre compostior musical. La película expone la tragedia de un hombre que, a lo largo de toda su vida, ha rechazado la sensorialidad de la belleza en favor de las concepciones abstractas y frías de la estética y que, en el crepúsculo de su vida, es conmocionado afectivamente por la presencia de Tadzio, un adolescente polaco de perturbadora belleza. Aunque algunos críticos osaron calificar el film como "película de homosexuales", lo cierto es que este rasgo es meramente accidental en el doloroso drama de un hombre (Gustav von Aschenbach - Zapatero) que, al final de su vida, descubre súbitamente y con adolescente intensidad el atrativo de la belleza sensual en un muchacho, Tadzio-Obama, que está naciendo a la vida erótica, siendo en estos momentos el hombre con más poder sobre la Tierra. Comprendo el "enamoriscamiento" del Sr. Zapatero frente a Obama, como de joven amó a Felipe González. Lo que no me agrada es verlo deshaciéndose en halagos y arrodillado a sus pies siempre y en todas partes (Londres, Kehl, Estrasburgo, Baden-Baden, Praga o Estambul). Zapatero, no siendo un hombre anciano (aunque lleve en política desde que estudiaba 6º de bachillerato), por supuesto que no es un "pureta", no es tampoco un cartucho quemado, pero hace mal en arrastrarse ante el presidente de los EEUU. ¿O es que acaso Rodríguez Zapatero se siente Presidente de un país y de un Gobierno tan canijos que, a trancas y barrancas ("como sea"), hay que hacer y conseguir lo que sea pues está necesitado urgentemente de alguna victoria para engrosar sus raquíticas vitrinas? Si, en "Muerte en Venecia", el cuerpo de Gustav von Aschenbach, contemplando a Tadzio, "ardía" en deseos, el alma vallisoletana de Zapatero ante la aparición de Obama parece exclamar: ¡Oh, mi amor! ¡Sí, mi amor! ¡Te quiero, mi amor! ¿Que no? ¿Cómo se explica, entonces, que todo un Presidente del Gobierno de España, ante la metedura de pata de una Carme Chacón, temiendo se molestara su adorable "Tadzio-Obama", coge un avión y allá se va a Chile a dar explicaciones, a pedír perdón al segundo de "Tadzio-Obama"? No escogió el camino derecho, sino el ladeao. Escogió el camino más largo: 22 mil kilómetros de vuelo, venga, al momento, para rehacer un descosido. ¿Por qué no se fue a los EEUU, a ver a su "Tadzio-Obama, en un viaje más de la mitad más corto, con el consiguiente ahorro para el esquilmado erario español? Eso mismo demuestra el respeto que le tiene a su "Tadzio-Obama", igual que cuando de verdad estás enamorado de una chavala y acudes a una amiga para que te ayude a deshacer un entuerto. ¿Recuerdan aquellos once hombres abrasados en Guadalajara, en aquel verano? Zapatero no se encontraba a 11 mil, sino tan sólo a 56 kilómetros y no se molestó ni lo más mínimo. No acudió al escenario de la tragedia. Mandó a su Vicepresidenta. Él se fue al teatro. Entre once cadáveres abrasados (con la desolación de las familias) y su "Tadzio-Obama", ni punto de comparación, ¡que va! Allí en Guadalajara pierde su grandeza moral; y no le importó. Aquí, frente a Obama, piensa que está en juego su carrera política. Y no estoy haciendo ningún chiste fácil. Me estoy refiriendo a nuestro Presidente, persona tan digna como los demás, pero que lleva en sus genes una pseudovocación política tan incansable que le prohibe ver los contenidos, sólo observa el continente. "Mamá, ¿tú crees que yo llegaré un día a ser Presidente?", se dice que preguntó a su madre en el lecho de muerte. Y su madre, con la voz muy apagada,le contestó que sí. . . . Si "Muerte en Venecia", además de meditación serena sobre la belleza sensual y la creación artística, tiene connotaciones fáusticas y trazos expresionistas que subrayan la fatalidad de la epidemia del cólera sobre la ciudad de los canales, así también los encuentros Obama-Zapatero no se cerraron con final feliz. Mientras Zapatero se dedicaba a evangelizar Estambul con su Alianza de Civilizaciones, Obama reuníase con líderes políticos y culturales, además de asistir a un encuentro con la juventud universitaria de Constantinopla. Todos los periodistas españoles que estaban cubriendo minuto a minuto el periplo de Zapatero, cuentan que nuestro estimable Presidente, en Turquía, ya no leía discursos. Improvisaba, hablaba mucho, no hilando bien, con muchas incoherencias, como si estuviera en otra parte. ¿Era consciente de que le estaban dando calabazas? Hasta llegó tarde para la última foto. César R. Docampo
http://lacomunidad.elpais.com/latabernadelosmares/2009/04/07/-estoy-contento-llamarle-amigo-mio-/ 2009-04-07T08:49:35Z
César latabernadelosmares@yahoo.es

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