"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

domingo, 14 de septiembre de 2014

EL RECORRIDO DEL UNIVERSO (5)
EL RECORRIDO EL UNIVERSO (5)
Nuevo modelo de pensar.
¿De dónde viene el Universo? ¿Qué es lo real? ¿Tiene sentido la noción de mundo material? ¿Por qué hay algo en lugar de nada?
Para estas preguntas y sus posibles respuestas no existen más que tres posibles caminos: Religión, Filosofía y Ciencia. Hasta ahora tan sólo la Religión y la Filosofía, cada cual a su manera, intentaron aportar respuestas a los hombres. Pero en un mundo cada vez más ocupado por la ciencia y sus modelos de pensamiento, por la tecnología más las nuevas formas de vida que ella genera, el discurso filosófico ha perdido su antigua autoridad sobre la verdad. El Filósofo, amenazado por las ciencias humanas e impotente para producir nuevos sistemas ideológicos, parece a punto de perder su último privilegio: El de pensar.
Queda la Religión. También aquí parece que los saberes derivados de la ciencia se oponen cada vez más al orden profundo de las certezas que se inscriben en lo sagrado. Parece que Dios y la ciencia pertenecen a mundos tan diferentes que nadie soñaría siquiera en correr el riesgo de aproximarlos.
Ustedes no dejarán de preguntarse sobre las consecuencias, apenas concebibles, de uno de los descubrimientos más grandes de la física moderna: el mundo “objetivo” no parece existir fuera de la conciencia, que es quien determina sus propiedades. Y así el universo que nos rodea se vuelve cada vez menos material: no es ya comparable a una inmensa máquina, sino más bien a un vasto pensamiento.
Y si la hipótesis del universo-máquina de Laplace- Einstein se derrumba, es todo el conjunto de modelos materialistas y realistas lo que se tambalea y desaparece progresivamente como una estela. ¿En beneficio de qué?
Basta con asomarnos a la historia de las ideas para observar cómo se codean (y a veces se enfrentan con dureza) dos corrientes opuestas, dos campos conceptuales adversos: el espiritualismo y el materialismo.
Según el protocolo espiritualista, tal como aparece por primera vez en Santo Tomás de Aquino (y es gradualmente afinado por Leibniz y más tarde por Bergson), lo real es un idea pura y, por consiguiente no tiene sustrato alguno material. Luego no podemos dar por segura otra existencia que la de nuestros pensamientos y nuestras percepciones.
Por el contrario, la lectura materialista de lo real impone una determinación rigurosamente inversa. De Demócrito a Kart Marx, el espíritu, el ámbito del pensamiento no es más que un epifenómeno o manifestación de la materia, más allá de la cual nada existe.
Estas dos doctrinas sobre la naturaleza del Ser deben completarse con sus correspondientes teorías del conocimiento: el idealismo y el realismo.
¿Se puede conocer lo real?
Imposible, afirmará el idealista. Solamente podemos llegar a los fenómenos, a las representaciones dispersas alrededor del Ser.
A esto, el realista opondrá lo contrario: para él, el mundo es cognoscible porque descansa sobre mecanismos y engranajes que, aunque complicados, son racionales y calculables.
Pero hoy día nos encontramos en los linderos de una revolución del pensamiento, de una ruptura epistemológica como la filosofía no ha conocido desde hace varios siglos.
Pensamos y creemos que, a través de la vía conceptual abierta por la teoría cuántica, está emergiendo una nueva representación del mundo (totalmente otra), que, apoyándose en las dos corrientes anteriores y sintetizándolas, las sobrepasa. Esta nueva o naciente concepción se sitúa más acá del espiritualismo y mucho más allá del materialismo.
¿Por qué se trata de un pensamiento nuevo? Porque borra las fronteras entre el espíritu y la materia. De ahí que lo titulemos METARREALISMO.
El metarrealismo hay que situarlo en el seno de un desplazamiento epistemológico, presentido por numerosos pensadores, entre ellos por Michel Foucault. Este pensador había descrito las variaciones del saber (y por tanto, de los modos de pensar), desde el Renacimiento hasta nuestros días, dividiendo en dos grandes momentos la historia del pensamiento. El pensamiento, después de haber sido analógico (ocupándose en establecer relaciones entre diversas clases de objetos o de fenómenos, alcanzaba una nueva dimensión a finales del siglo XVII al aprehender los fenómenos en lo que tienen de cuantificable, de mecánico o calculable. Así el pensamiento dejaba de ser analógico convirtiéndose en lógico.
Y ¿dónde estamos ahora a comienzos del siglo XXI? El pensar científico emerge contra el sentido común y sin la colaboración de los filósofos. Está surgiendo una concepción muy diferente del mundo; una visión del Universo que entra en conflicto violento con la razón común, hasta tal punto que sus consecuencias son pasmosas e inadmisibles.
¿Acaso este nuevo espacio de saber, en cuyo seno se organiza poco a poco un pensamiento revolucionario, de tipo metarrealista, acaso no está situado, de hecho, más allá de la lógica clásica? ¿Estamos acaso en el aprendizaje de un modo de pensar metalógico?
Esta nueva forma de pensar, el pensamiento metalógico, franquea la última frontera que lo separa de lo incognoscible: se sitúa más allá de los lenguajes, incluso más allá de las categorías del entendimiento. Sin perder nada de su rigor, toca el misterio e intenta describirlo. ¿Ejemplos?: la indecibilidad en matemáticas (que demuestra que es imposible probar que una proposición es verdadera o falsa), o la complementariedad en Física (que enuncia que las partículas o, más exactamente, los fenómenos elementales son a la vez corpusculares y ondulatorios.
Por consiguiente, el primer acto de un pensamiento metalógico, el más decisivo, consiste en admitir que existen límites físicos al conocimiento: una red de fronteras, progresivamente identificadas y a menudo calculadas, que cercan la realidad, y que, de ninguna manera, es posible franquear.
Un caso especialmente significativo de barrera física fue puesto de manifiesto por el físico Max Planck. Se trata del “quantum de acción”, conocido como “constante de Planck”. Representa la más pequeña cantidad de energía que existe en nuestro mundo físico; la más pequeña “acción mecánica concebible”. Es un muro dimensional. Este límite en el ámbito de acción física introduce otras fronteras absolutas alrededor del universo perceptible. Por ejemplo: una longitud última (“longitud de Planck”) que representa el intérvalo más pequeño posible entre dos objetos aparentemente separados. Del mismo modo, el “tiempo de Planck” designa la unidad del tiempo más pequeña posible.
Todo esto nos plantea una pregunta inquietante: ¿Por qué existen esas fronteras? ¿Qué misterio las ha hecho aparecer en esa forma tan precisa y, además, calculable? Y, por último, ¿qué hay más allá? César R. Docampo












































http://lacomunidad.elpais.com/latabernadelosmares/2007/08/23/el-recorrido-del-universo-5-/ 2007-08-23T21:59:09Z César latabernadelosmares@yahoo.es

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