"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

domingo, 14 de septiembre de 2014

DE JEREZ A LOVAINA, PASANDO POR ESTEPA. Primera Parte (10) Querido Salvador: Gracias por tu erudición, por la caballerosidad y el cariño yacentes siempre en tu sencilla relación con los demás. Dicen que “se es de acá o de allá, pero que siempre somos de allí donde hicimos el bachillerato”. Yo lo hice en muchos lugares (Orense, La Guardia, Carrión de los Condes), pero soy Bachiller “honoris causa” por Estepa después de disfrutar acompañando durante tres años a la juventud de tu misma cuna, Estepa, ese útero social a donde tú pasaste desde el sagrado vientre de tu madre. Recordaré siempre a Estepa (“La Roma chica”, como le decían los forasteros), coronada por fortificaciones con restos de acrópolis romana, pueblo limítrofe entre las dos Andalucías: La Andalucía Oriental a la sombra de la Alhambra de Granada y la otra Andalucía, Occidental viajando, más vitalista y peregrina, a la Aldea del Rocío, alentando las marismas con la vocación y el insomnio en busca de las Américas. Estepa, “Astapa” (así la llama Tito Livio), y “Ostippo” (según Plinio), figura serena y bellísima de anfiteatro convexo, mirando al sol naciente como la esfinge de Gizé, bien cuajada en sus calles y barrios. Amargura, Ancha, Baja, Mesones, La Coracha y los Remedios. Con palacios y conventos. Unos siempre combaten solos, otros lo hacen en manada. A Estepa habían llegado los fenicios, los cartagineses y los romanos. En Estepa dicen que estuvo Miguel de Cervantes allá por 1591, en el mes de Octubre, un día lluvioso y muy frío. Se había acercado a cobrar los impuestos. Y dicen que llamó a la puerta de tu casa donde dejó su firma para siempre: su semiótica: Semántica, Sintaxis y Pragmática. Y pienso yo: ¿No será acaso Salvador una reencarnación "aggiornamentata" de Cervantes? Estepa, hermosa Villa, respetable y respetada. Tierra de artistas e “fijosdalgos”, de nobles campesinos y empresarios con pedigrí. También de bandoleros con renombre, tataranietos de don Viriato. Bandidos tan célebres como Juan Caballero “El Lero”, Joaquín Camargo Gómez “El Vivillo”, o Francisco Ríos “El Pernales”. A Estepa, entre finales de Septiembre y primeros de Octubre de 1978, fuimos llegando nuevos profesores. Éramos una especie de “Atahualpas Yupankis” (= “Los que vienen de lejos a contar cosas”). No íbamos a cantar boleros ni rancheras, aunque nos gustase la rumba, el cuerpo suelto y la libertad. Igual que los toros que no se agobian ni se acalambran, nos acercamos a tu ciudad, a la ciudad de los pestiños y el alfajor preparados por las monjitas de manos blancas allá en la cima, en el convento de Santa Clara. Andando el tiempo, de ahí nacieron “El Mesías”, “La Estepeña”, “San Enrique”, “La Flor de Estepa”, “La Fama”, “El Patriarca”, “Doña Jimena”, “Productos Gamito”, y tantas y tantas fábricas, que llevan sus mantecados, sus polvorones, alfajores, hojaldradas, turrones, mazapanes y su olor a canela, a todas las partes del mundo con el nombre de Estepa. Porque, en toda España, es Estepa el primer pueblo que despierta a la Navidad. Es Estepa, tu tierra (porque la infancia es la patria del hombre, decía Rilke, igual que un toro que no se agobia ni se acalambra. Es pueblo estoico, carece de ciudadela para privilegios masculinos, todos admiten el matriarcado (mandan las mujeres), y aunque a veces gruñen, todos obedecen al Destino. Para mí es una extraordinaria noticia saber que fue tu bendito padre quien (por un tiempo) les ayudó a venir a este mundo. Vidas que llegaron y se fueron o van yendo. Nosotros no podemos quedarnos callados. -Caballista de otras horas. ¿Qué tienes que tanto lloras? -Mi compañera murió… Continuaré mañana. Quiero comentarte recuerdos y nostalgias, por tierras de Valladolid, Salamanca y León, y decirte que también yo admiro al P. José Mª. Díez-Alegría, desde que leí “Yo creo en la Esperanza”. Un fuerte abrazo, amigo Salvador, y hasta pronto. ========================================================== http://lacomunidad.elpais.com/latabernadelosmares/2007/09/04/de-jerez-lovaina-pasando-estepa-primera-parte-10-/ 2007-09-04T21:06:03Z César latabernadelosmares@yahoo.es

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