"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

domingo, 14 de septiembre de 2014

César latabernadelosmares@yahoo.es ¿CÓMO ACERCARNOS AL MAR... de la Educación? (18) Vean si pueden "Los 400 golpes" de François Truffaut". Se la dedico a nuestros jóvenes. divino tesoro. Sin medios materiales, teniendo que “rodar” en garajes, eludiendo la vigilancia de los inspectores del Fisco, contratando actores no profesionales o amigos, el triunfo de François Truffaut fue sin duda el triunfo y un canto a la juventud. El triunfo del entusiasmo colectivo o, como entonces se decía, el de la probidad y la honradez. Contestando a Pierre Rey en “paris Journal”, el joven Truffaut aseguraba: “Estoy en perfecto acuerdo conmigo mismo. He escrito siempre lo que pensaba. Mi film es noble. Nadie podrá atacarlo sobre la base de sus intenciones”. “Les 400 coups”, o “la crónica de la adolescencia” (según Rochereau, de la adolescencia del propio Truffaut). Antoine Doinel, un jovencito de doce años (interpretado por Jean-Pierre Léaud, hijo de la actriz Jacqueline Pierreux y del ayudante de dirección Pierre Léaud), es castigado en la escuela a hacer unos deberes en su casa. Impedido por diversas circunstancias, al día siguiente, no se atreve a entrar en clase y, en compañía de su amigo René, se van de correrías. Durante sus correrías ve a su madre en la plaza Cliché en brazos de un desconocido. A partir de entonces, Antoine se imagina que entre su madre y él existe una tácita connivencia. A la mañana siguiente, se presenta en clase y, para paliar la falta de la carta que debería justificar su anterior ausencia, asegura que su madre ha muerto. Descubierta la mentira, el profesor le abofetea ante sus compañeros. Antoine, no atreviéndose a volver a su casa, pasa la noche en el “metro”, en una imprenta destruida y después por las calles de París. Así las cosas, y cuando parecía que había vuelto la normalidad a la vida del niño, el profesor, que no le tiene muchas simpatías, le envía a su casa por ocho días. También su amigo René es expulsado temporalmente. De manera que la amistad entre los dos niños se fortalece con el infortunio común. Pero acontece que en sus diarias conversaciones ambos descubren que les une algo más: la ilusión de ver el mar. Deciden buscar dinero para conseguirlo. Antoine, durante la hora de la comida, saca la máquina de escribir de su padre e intenta empeñarla. No lo consigue. Cuando va a reintegrarla a su sitio, es descubierto por su padre. Y finalmente, Antoine es enviado a un Centro de Observación de Menores delincuentes, situado no lejos del mar. Tras algunas escenas violentas con su madre, que le predice en una de sus visitas un final terrorífico, Antoine, aprovechando un partido de fútbol, se escapa del reformatorio y, atravesando los campos que le separan de él, llega hasta el Mar. . . . He aquí el argumento de “Los cuatrocientos golpes” de François Truffaut. Un puñetazo en la cara, una lección para enseñar a padres y profesores. Si yo fuera el ministro de Educación, eliminaría esa nueva asignatura que bajo el cuento de educar en valores, se equivoca de destinatario. Eduquemos antes a los Ministros y Consejeros del ramo, a los padres y maestros. Lo demás viene por añadidura. César R. Docampo http://lacomunidad.elpais.com/latabernadelosmares/2007/09/15/-como-acercarnos-al-mar-la-educacion-18-/ 2007-09-15T12:40:29Z

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