"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

lunes, 15 de septiembre de 2014

UN ERROR DE ADOLFO SUAREZ.


¿UN ERROR DE ADOLFO SUÁREZ?
En “El País” de ayer domingo, se leía en portada: “El error de Suárez fue la forma de legalizar el PCE”. Palabras del teniente general Sabino Fernández Campo al periodista Manuel Campo Vidal. “El error estuvo -afirmaba el general Sabino-, no en el reconocimiento del Partido Comunista, sino en la forma de hacerlo por "sorpresa”. Se trata de un matiz que no conocíamos. El pueblo español hasta hoy sabía que Adolfo Suárez, antes de legalizar al PCE, se había reunido con los tres ministros militares (Félix Álvarez-Arenas, ejército; Gabriel Pita da Veiga, marina; y Carlos Franco Iribarnegaray, aire), más todos los capitanes generales y almirantes, que habían acudido a la cita con cierto recelo (“Veamos qué nos cuenta este muchacho; sí, viene del Movimiento, pero lo está destrozando todo”). Suárez les pidió que le ayudaran. Les dijo que, para ir a unas elecciones constituyentes, iba a legalizar a todos los partidos políticos. Y los convenció. Los convenció de tal manera que aún recuerdo que se decía que uno de los generales, cuando Suárez había terminado de hablar, había exclamado: ¡Viva la madre que te parió! Y ahora, después de 32 años, resulta que no fue así. Ahora nos dice el teniente general Sabino Fernández (q.e.p.d.) que Adolfo Suárez legalizó al PCE habiéndoles dicho a los militares que no lo haría. Así se explican unas cuantas cosas: El que entre las Fuerzas Armadas, aquella legalización cayera como una bomba y motivara un durísimo comunicado, donde se afirmaba que… “… la legalización del Partido Comunista ha producido una repulsa general en todas las unidades del Ejército, pero que…, en consideración a intereses nacionales de orden superior, admite disciplinadamente el hecho consumado (la mañana del 9 de Abril de 1977). Que el almirante Pita da Veiga dimitiera como Ministro de Marina y Suárez tuviera que echar mano de un almirante en la reserva, Pascual Pery Junquera, en aquellos momentos Presidente de la Compañía Transatlántica. Que el Rey Juan Carlos viviese una de las horas más difíciles de su reinado. Le salvó, en cambio, aquella previsora petición de Franco cuando, en su “testamento”, había solicitado a todos los españoles que rodeasen a don Juan Carlos del mismo afecto y lealtad que a él se le había brindado. Todos los gobernadores de España citaron a todos los alcaldes cabecera de comarca para pulsar su criterio y conocer la repercusión en los distintos pueblos. Era un Viernes Santo, creo En la Escuela Oficial de Periodismo, yo había realizado mis prácticas en dos periódicos muy cerca del Bernabeu: En “Nuevo Diario”, periódico del OPUS, y en “El Alcázar”, señorío de Girón de Velasco y cuna de veleidades golpistas que acabaron en el 23-F, siendo su alma el “Grupo Almendros”. Más civiles que militares. Sobre quienes nada se supo. El juicio lo presidió don José María García Escudero, un general jurídico que con Fraga había sido Director General de Cinematografía, un gran intelectual conocedor de la política de Balmes, Cánovas, el catolicismo fronteras adentro, y sobre todo el cine, el cine social. El 23-F no fraguó por múltiples cuestiones, siendo una la principal: La salvación se debió a que la transición se había planificado como “reforma”, no como “ruptura”. El planteamiento reformista exigía continuidad, asumiendo la historia, avanzando por el camino civilizado de las leyes, eludiendo la tentación de destruir irresponsablemente todo lo existente, que era lo que habían pretendido los partidos de izquierda. Si el PCE se legalizó el 9 de Abril, el día 14 del mismo mes Santiago Carrillo se reunió urgentemente con el Comité Central, adoptando la bandera Nacional, después de decirles a todos los presentes que necesitaban dar un golpe de efecto que causara una impresión profunda en el país, para disminuir el efecto de la declaración militar. El PCE acataba la bandera del franquismo y la monarquía. Por que debiéramos contemplar la historia con ojos históricos y no actuales, lean y así podrán juzgar la resistencia de los militares frente a la legalización del PCE de Santiago Carrillo. Los militares no podían aceptar un PCE, después de haberse enfrentado contra el Comunismo y haber ganado la guerra. Pero es que, además, en Carrillo no veían a una persona de fiar. En una entrevista concedida a Oriana Fallaci en Octubre de 1975 y publicada en “El Europeo” de Milán, dice Santiago Carrillo: “¿Qué quiere que le diga de Juan Carlos? Es una marioneta que Franco manipula como quiere; un pobrecito incapaz de cualquier dignidad y sentido político. Es un tontín que está metido hasta el cuello en una aventura que le costará cara. ¿Qué posibilidades tiene Juan Carlos? Todo lo más ser rey durante unos meses. Si hubiese roto desde hace tiempo con Franco, habría podido encontrar una base de apoyo. Ahora ya no tiene ni ésa, y es despreciado por todos. Yo preferiría que hiciese las maletas y se marchara junto a su padre diciendo: “Remito la Monarquía en manos del pueblo”. Si no lo hace, acabará mal. Corre incluso el riesgo de que lo maten”. (Cita que retomo de “Retratos de época” de Emilio Romero, Plaza y Janés. Barcelona 1985, pág.95). . . . ¡Qué país, qué paisaje, que paisanaje!, escribía don Miguel de Unamuno. A la vista de todo lo cual, uno piensa y se pregunta. ¿A quién le debemos la “democracia”? Si es eso lo que tenemos, que no lo sé. Por supuesto que no a Santiago Carrillo, ni Felipe González, ni Suárez ni tampoco al Rey. Casi todos han ido a lo suyo y España (en algunas cosas) no está mejor que en otros tiempos. Si en España, a día de hoy, hay algo o mucho que está mejor que antes, se lo debemos a un asturiano quien consiguió lo que le había encomendado Su Majestad en su bien: Ganarse la voluntad del pueblo sin enajenarse la voluntad del poder para hacer del pueblo poder. Y esto había sido felizmente alcanzado (después de muchos años) gracias a la convocatoria de elecciones generales libres. El artífice ya no se encuentra entre nosotros. Se llamaba Torcuato Fernández-Miranda, el demiurgo de la Transición. Seguro que, en toda España, ni siquiera hay una calle con su nombre. Eso queda para la figura del bufón y demás payasos ceremoniales. César R. Docampo
http://lacomunidad.elpais.com/latabernadelosmares/2009/11/09/-un-error-adolfo-suarez-/ 2009-11-09T13:51:23Z
César latabernadelosmares@yahoo.es

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