"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

martes, 16 de septiembre de 2014

TODA MUJER ES DEL PRIMERO QUE SABE SOÑARLA.


TODA MUJER ES DEL PRIMERO QUE SABE SOÑARLA (Orapma) Las mujeres habéis cambiado muchísimo en estos últimos años..., ...Desde aquellas familias estrechamente unidas de los años cincuenta. Vino después la mujer agresiva de los años sesenta; aquellas mujeres ejecutivas de los setenta y las que lo querían todo en los años ochenta. Todo un récord de cambios. Y me pregunto: ¿Qué era lo que realmente cambiaba? Las apariencias. A través de todas esas décadas lo único que todas escuchaban era un único mensaje; un incesante slogan proviniese de donde proviniese (de sus maridos, de sus jefes o de sus padres). He aquí el slogan: “Haz lo que yo digo y estarás mejor”. Desde la cocina hasta el dormitorio; desde las catequesis hasta la sala de una junta directiva, siguiendo siempre las instrucciones dadas por otra persona, las mujeres debían convertir sus vidas y voluntades en alguien o en algo distinto de ellas mismas. En los años cincuenta, las niñas no abandonaban el hogar hasta casarse. Los padres marcaban el camino y la hija le obedecía hasta que se casara; momento cuando le prometía su nueva obediencia al marido. En los años sesenta surgió la libertad sexual, los experimentos con drogas y demás estilos de vida alternativa. Algunas mujeres se obstinaban en la anarquía de la rebelión echando por tierra creencias antiguas, pero enseguida descubrieron que no había atajos para la intimidad, ni para el amor ni para la satisfacción. En los años setenta, el tener una carrera y un empleo no les era suficiente. Las mujeres ya no querían ser ni amas de casa ni cuidar a sus hijos. Se pusieron pantalones. Querían ser mujeres-hombre. Pero en los años ochenta, tampoco fueron felices compitiendo con los hombres. Querían tenerlo todo. Querían ser super-mujeres. Acabaron siendo super-agotadas: mujeres cansadas, irritadas, incapaces de cumplir dos horarios completos, uno en el trabajo y el otro en la casa. “Esto es la jungla”, gritaron algunas. Y así surgió un movimiento reaccionario, un “retro-feminismo”, llegando algunas mujeres a soñar con los “viejos buenos tiempos”. De pronto vuelve una sed por el hogar, por las comidas reconfortantes, por mamá y papá con chicos mirando dibujos animados en la televisión. Algunas deseaban volver a los años cincuenta, esa década de la que muchas mujeres han pasado treinta años tratando de escapar. ¿Qué es lo que produjo la liberación? Sabemos lo que NO la produjo: el que no había ningún cambio real dentro del juego de “sigamos al líder”. Tal vez, las mujeres estén exactamente en el mismo lugar en que siempre estuvieron: buscando las respuestas fuera de sí mismas, aferrándose a lo conocido, temerosas de dar un paso al frente y manifestarse como individuos, pretendiendo una y otra vez la satisfacción del momento, la que sea. No todas las mujeres quieren casarse; muchas viven engañadas creyendo que son amadas; otras ni siquiera necesitan de manera especial la presencia de un hombre en su vida. Saben que no pueden ocuparse de una carrera a tiempo completo y al mismo tiempo del hogar. No les molesta seguir la vía de la buena mamá. ¿Quién sino una misma, sabe lo que es mejor para una misma? Ellas tienen derecho a ser el árbitro de su propia vida. Pero, igualmente, también es cierto que precisan aprender a recuperar las riendas. Lo malo es cuando algunas acaban llorando, y no sólo viéndose envejecer; o no han cumplido con su destino; no han conseguido un hombre, por no haber obedecido a esa voz interiorizada en ellas desde niñas, o no están satisfechas, gratificadas ni saciadas. Cada mujer es alguien especial y único, digno de ternura y especial cuidado. En cada mujer hay un misterio. Los caminos hacia la felicidad no son iguales ni son los mismos para todas. Por muy dolorosa que haya sido la ruta hacia este descubrimiento, cada mujer aprenderá algo muy instructivo: que las demás no tienen la respuesta para tu vida. Y que esta respuesta se encuentra en otra parte: en ti. ¿Es que no hay otro lugar donde buscar? Sí. Las mujeres habéis de vivir vuestra propia vida hacia ese constante yo que queréis ser. No me refiero sólo a esas tareas preliminares y necesarias para encontraros a vosotras, para desarrollar vuestra imagen y moldear vuestras vidas para que esa imagen se haga realidad. Primero es echar sobre vosotras mismas una clara mirada. Aceptaros como sois y, a partir de lo que sois y cómo os veis, construir todo lo demás: ¿Qué es lo que queréis ser? ¿Cómo conseguirlo? ¿Con qué recursos? Una cosa debéis tener muy clara: Vuestra felicidad no puede depender de otra persona. Que nadie se infiltre en vuestras vidas. Tenéis que ser independientes. Es importante que la mujer se reserve siempre una parte “de-sí” “para sí misma”, cultivando el núcleo de lo que ella es y hace; un ser inviolable, capaz de sortear el ataque de un hombre cualquiera, la embestida de cualquier credo externo o el insulto de una voz ajena. La mujer saludable ha de ser una mujer autoprotectora, sin incurrir en paranoia. Teniendo muy en cuenta que en toda mujer hay siempre una pregunta: ¿QUÉ ES EL AMOR? Le responde otra mujer (Orapma): "AMOR es la necesidad del otro. El reflejo de nosotras mismas que somos el objeto realmente deseado. Algunas mujeres se engañan creyendo que son amadas". Por ello Orapma os aconseja: "Arrebata, del viento y las estrellas, lo que puedas. Arrebata, a las flores, su color; arrebátale, a la luz, su misterio; al mar, sus olas más perfectas; y, al sonido, el silencio. Mujer…, ¡sueña la ausencia! ¡Vive la locura y la soledad! Mujer, arrebata..., de los significados, los verbos; de los pies descalzos, sus sandalias; de la hierbabuena, la paz; y, de la albahaca, las penas. Mujer..., arrebata, de los misterios, la pureza; de las verdades, la tristeza; y, del amor, la ausencia. Porque toda mujer es del primero que sabe "soñarla" (ORAPMA dixit). Y yo brindo estas reflexiones a mi jardinero de cristal. César R. Docampo http://lacomunidad.elpais.com/latabernadelosmares/2010/05/06/toda-mujer-es-del-primero-sabe-sonarla-orapma-/ 2010-05-06T20:32:00Z César latabernadelosmares@yahoo.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario