"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

domingo, 14 de septiembre de 2014

 LA LLUVIA NUNCA LLUEVE HACIA ARRIBA (31) "LA LLUVIA NUNCA LLUEVE HACIA ARRIBA" , cantaba Pedro Guerra. "LA LLUVIA NO SABE LLOVER", entonó Raimon antes de morírsenos prematuramente joven. . . . Conviene que estemos atentos al escuchar la voz de las grullas que lanzan cada año su llamada desde lo alto de las nubes. Esa voz nos trae la señal de la labranza y marca la estación del invierno lluvioso. Decía Hesíodo: “El chillido de la grulla muerde el corazón del que no tiene bueyes”. Estamos en el equinoccio de Otoño. Momento en el que las grullas vuelan de un extremo a otro del mundo en busca del sur y las marismas. De esto saben mucho los cazadores. Saben que no sólo la grulla, también la paloma torcaz, la codorniz, el rascón y el autillo. Los cazadores saben que algunas aves no siempre emigran, sino que se ocultan en escondrijos, como hace la cigüeña, el mirlo, la tórtola y las alondras. En llegando el equinoccio de Otoño, o se esconden o emigran buscando regiones más cálidas. Son tiempos de lluvias. . . . Así cantó una vez Pedro Guerra en un concurso de Televisión: ---------------- Aunque el mar vuelve, nunca es el mismo mar. La tierra nos devuelve otro sol cuando gira y todo tiende a huir y vuelve a empezar; y cambia de impresión cada vez que respira, y nadie sabe si esta vez es la vez, y todo lo que un día ocurrió se termina. Y casi siempre todos quieren correr. Pero hay que estar atento porque el mar se vacía, la lluvia nunca vuelve hacia arriba. Y si estuviste ahora, luego no estás; y nunca más te vi, y no fui nada en tu vida; y, si no dudas, todo puede pasar. Y, si no pasa, siempre sana la herida. La lluvia nunca vuelve hacia arriba no lo pienses más. No pienses tanto lo que debes hacer. El tiempo corre y luego es ave perdida. La lluvia nunca vuelve hacia arriba. Hay una luz tras los que vienen y van, y hay una sombra en los que buscan guarida. La lluvia nunca vuelve hacia arriba, la lluvia nunca vuelve hacia arriba. . . . Ayer escuché en RNE testimonios en vivo de aquellas inundaciones por Valencia en los años cincuenta, con desbordamiento de ríos, casas anegadas y más de ochenta muertos. Franco se desplazó hasta allí, y cuentan las crónicas que, al ver aquel tremendo agravio en una ciudad plagada de fango y escombros, más la falta de víveres (tenían que venir camiones con pan desde otras latitudes), la gente recuerda que Franco se emocionó y acabó llorando. Hasta de otros países se recibió ayuda. La historia, aunque a menor escala, acaba de repetirse. Hace tan sólo dos días, pueblos de Alicante y Valencia han vuelto a sufrir el desbordamiento del río Girona. El Vergel, Denia, Calpe, Jávea, Beniarbeig y Els Poblets han sufrido desbordamientos, entre ellos el del río Girona. Van tres muertos. Los daños son inmensos. Hemos escuchado a las gentes impotentes solicitando auxilio al ministro Caldera, y sabemos que Zapatero, al momento, ofreció cuanta ayuda se necesita. Parece que es ésa una región donde son frecuentes estos desbordamientos. Recuerdo a Raimon, nacido en Játiva, intérprete de Nova Cançó, y en cierta ocasión invitado a actuar en la Universidad de Lovaina, quien en la línea de aquella su canción (“Cantarem la vida d’un poble que no vol morir =Cantaremos la vida de un pueblo que no quiere morir”), recordando tantas estrepitosas lluvias, canta: “La lluvia de mi país no sabe llover bien. Tendrá que volver a la escuela para aprender a llover”. . . . Y nosotros a ver cuándo aprendemos a edificar en lugares no amenazados por torrenteras. Después, escuchemos el chillar de las grullas, atentos al refrán que dice: Al cabo de los años mil, volvieron las aguas por donde solían ir. César R. Docampo http://lacomunidad.elpais.com/latabernadelosmares/2007/10/14/la-lluvia-nunca-llueve-hacia-arriba-31-/ 2007-10-14T16:07:48Z César latabernadelosmares@yahoo.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario