"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

lunes, 15 de septiembre de 2014

DE TROYA A ZAPATERO... (84) ... PARA LLEGAR A ESTAMBUL "Mon amour". En El País de hoy acabo de leer: “El Gobierno fuerza la máquina. Los tres planes de Zapatero contra la crisis”. Después de empaparme sobre promesas y más promesas… se me ocurre que don José Luis Rodríguez Zapatero, podría ser la reencarnación de un “loco” muy importante: Enrique Schliemann, un salchichero de Hamburgo que llegó a reconstruir la civilización clásica, después de elegir a Zeus como dios en pleno siglo XIX. Cuando tenía cinco años, la primera historia que le contó su abuelo no fue la de Caperucita Roja, sino la de Ulises, Aquiles y Menelao. Así que, a la edad de ocho años, el niño Enrique Schliemann anunció solemnemente en familia que se proponía redescubrir Troya. En 1870 llegó a un desértico rincón en el noroeste del Asia Menor donde Homero afirmaba (y todos los arqueólogos negaban) que allí estaba Troya sepultada, en una ladera de la colina de Hisarlik. Estuvo todo un invierno haciendo hoyos y excavaciones. Tras un año de inútiles esfuerzos y cuantiosos gastos, un buen día su pico chocó con algo que no era piedra, sino una caja de cobre. Y, al abrirla, se encuentra con el tesoro de Príamo: Miles de objetos de oro y plata. El “loco” Schliemann despidió a los excavadores y se encerró en su barraca junto a su mujer a la que fue adornando con aquellos collares. Y, al confrontarlos con la descripción de Homero en su Ilíada, se fue dando cuenta de que aquellos adornos eran los mismos que habían lucido Andrómaca y Helena de Troya. Telegrafió esa noticia a todo el mundo. No le creyeron. Muchos historiadores decían que todo aquello lo había comprado Schliemann en bazares de Atenas. Solamente el gobierno turco le dio crédito. Otras lumbreras como Burnouf, Doerpfeld y Virchow, antes de negar, optaron por desplazarse al lugar, donde tuvieron que rendirse a la evidencia. Siguieron excavando y descubrieron muchísimos restos, no de una, sino de nueve ciudades. Y entonces, la gran duda dentro de sus mentes no era si Troya había existido, sino cuál de las nueve fuese la verdadera. Nuevamente el azar guió su pico por los sótanos del palacio de los descendientes del rey Atreo. En los sarcófagos fueron hallando los esqueletos, las máscaras de oro, las alhajas y la vajilla de aquellos monarcas que se creía no haber existido más que en la fantasía de Homero. Entonces el “loco” Schliemann telegrafió al rey de Grecia: “Majestad, he hallado a sus antepasados”. . . . Traigo esto a colación por dos motivos. PRIMERO: Encuentro un cierto paralelismo entre Schliemann y Rodríguez Zapatero, en su empeño y audacia. A los dos veo en la colina de Hisarlik. Los dos pasaron o las están pasando canutas, polemizando contra los que dudan, aportando más tozudez que fuerza persuasiva. Pero el hecho es que, uno encontró la solución, y al otro todavía no podemos negarle el mérito de pretender aportar luz en la oscuridad. SEGUNDO: Traigo esto a cuento, porque me lo ha inspirado la última colaboración de Espartaco en esta Web. Saben ustedes que a Micenas la construyó Perseo dieciséis siglos antes de Cristo. En aquella época Grecia se componía de numerosos pequeños estados: Esparta, Eulesia, Egina, Queronea, Delfos, Orcómenes, etc. Sus habitantes se llamaban “pelasgos” que significa “pueblo del mar”, porque todos provenían de Asia Menor. No hablaban griego. El griego surge con la invasión de los aqueos, que fue una tribu procedente del Norte en dirección hacia el Peloponeso en el siglo XIII A. C. Todo cuanto sabemos de ellos es gracias a un trovador vagabundo: Homero. Estas dos ideas han de llevarme a Constantinopla, Bizancio o ESTAMBUL, la única ciudad del mundo situada entre dos continentes: Asia y Europa, y que surge como una colonia griega en el siglo VII A.C. Y que seguramente, como bien sugieren algunos, dentro de muy poco podría llegar a ser la Ciudad Cultural del Mundo, donde, por otra parte podría cuajar el ensueño de otro “loco”, Zapatero: La Alianza de Civilizaciones. Tan necesaria hoy en día. Y seguramente, en ese empeño, podría jugar un papel importantísimo el lenguaje más universal: La Música. Continuará. César R. Docampo . . . http://lacomunidad.elpais.com/latabernadelosmares/2008/08/16/de-troya-zapatero-84-/ 2008-08-16T08:13:39Z César latabernadelosmares@yahoo.es

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