"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

martes, 16 de septiembre de 2014

ARDICIA O PREMONICIÓN Y REALIDAD...


ARDICIA O PREMONICIÓN, Y REALIDAD... ...PEDAGOGÍA FUTUROLÓGICA. ======================== Dentro de muy pocos años, el maestro tradicional habrá desaparecido. Se le podrá visitar en el museo a él y su escuela. Morirá como han muerto aquellos barberos-sacamuelas de antaño y el labrador con sus bueyes aradores. No veremos esas muchedumbres infantiles acuarteladas, mal comidas, con ansias de que el timbre anuncie la liberación. Nuestros niños y adolescentes estudiarán cómodamente en sus hogares. No se verán condenados a quedarse quietos durante horas mientras el profesor perifonea una clase que no les interesa. Sus nuevos maestros han de ser implementos electrónicos: pequeños computadores asesores, repetidores y evaluadores. Los recursos audiovisuales ya no estarán al servicio de la distracción y diversión, sino que funcionarán como “variables intervinientes” positivas. Y lo más primordial es que ha de ser el propio alumno quien opere activamente su aprendizaje. Él será quien se controle, se informe y se evalúe. El verbo ENSEÑAR será borrado del léxico pedagógico. En cambio, el término APRENDER ganará todo su peso. Por fin habremos comprendido que “enseñar” es lo de menos, que lo importante es “aprender”. Por supuesto, el mes de junio dejará de ser la época de las comedias examinatorias. Nadie recordará piraterías estudiantiles, así como ese extraordinario arte de copiar. Tampoco los rasponazos de algunos profesores mal intencionados y vengativos. El examinador oficial ha de ser, desde luego, su majestad el computador. Su veredicto será absolutamente confiable, aceptado sin protestas, por su justicia e imparcialidad casi divinas. Todo ello gracias a una ciencia que avanza a pasos agigantados: La Informática, cuyo origen estuvo en la “Teoría de la información” desarrollada por Shannon en 1942. Esta nueva ciencia proporciona las cuasi infinitas estrategias para el tratamiento cuantitativamente exacto referente a todos los tipos de información. Y tengamos en cuenta que si la “mecánica” de Newton tardó 300 años hasta cuajar en los viajes a la Luna, la Informática y su vertiginoso fluir nos conducirá en menos de veinte años a una escuela radicalmente nueva. … … … En el principio de la vida está la Información. Un viviente tan simple como una bacteria es comprensible en términos de cibernética. Materia, energía e información son tres conceptos sillares de la actual imagen del mundo. Como la energía, también la información es transmutable equivalentemente: Una noticia puede darse en forma de señales acústicas, ópticas, eléctricas y otras más. Si el valor químico-material del hombre es insignificante, y tampoco vale gran cosa en cuanto máquina termodinámica…, su singular excelencia deriva de que es el sistema biológico de máxima capacidad para recibir información; para acumular y combinar información logrando así nuevas informaciones con el fin de crear, transformar, transportar y distribuir información. Poseer una ciencia significa saber hablar esa ciencia. Si la sabes hablar es porque la sabes pensar y explicar. El estudiante que dice “lo comprendo pero no lo sé explicar” se engaña a sí mismo. De ahí que los conocimientos científicos de una persona sólo pueden evaluarse midiendo cómo actúa, cómo habla, escribe y hace ciencia. Los pensadores medievales veían en el maestro un iluminador de las mentes; hablaban de la ciencia como de una visión intelectual, de una misteriosa comprensión y hasta de una “luz” infusa. No hay nada de esto. Los tradicionales hábitos mentales no son más que aprendizajes verbales. Y así tenemos que… Aprender una ciencia, una disciplina conceptual cualquiera, equivale a aprender un nuevo lenguaje. Es evidente que hablar es una actividad tan neuromuscular como montar en bicicleta o andar sobre una cuerda. ¿Y el “pensar”? El “pensar” no es más que un “hablar” monológico de fonación inhibida. Lo mismo las teorías sobre la motivación, como la ciencia informática, conocen a la perfección esas “condiciones óptimas”. Hoy sabemos, además, que las máquinas de enseñar son mucho más fiables que los maestros de carne y hueso. Por supuesto que, detrás de la máquina, está un nuevo tipo de maestro: el pedagogo programador, el informático especializado no sólo en recursos audiovisuales sino también en computación escolar. Hasta la fecha, la tecnología del siglo XX y lo que va del XXI apenas ha ingresado en las aulas. Hay más negocio en aplicarla a los cohetes intercontinentales, satélites y refinerías de petróleo. Esto tendrá que cambiar. En un futuro muy próximo, la instrucción a cualquier nivel se regirá por los principios de la informática. Y digo “instrucción”, entendiendo por tal los aprendizajes de conductas útiles y necesarias que nada tienen que ver con afectos y valoraciones. Me refiero a esas ciencias, técnicas y destrezas que enseñan lo mismo los jesuitas, los marxistas, budistas y agnósticos, con igual competencia y eficacia. Afortunadamente, no hay una matemática china o un hablar en inglés católico. Es un consuelo que exista un territorio existencial de consenso universal, donde todos hablen el mismo lenguaje y se comprendan. Estos aprendizajes neutrales, filosóficamente hablando, pueden encomendarse con enormes ventajas (incluso económicas) a las máquinas. Y esta didáctica rigurosamente tecnológica es posible; es una rama de la informática. Los futuros maestros han de ser informáticos especializados en pedagogía cibernética. ¿Los estamos formando? César R. Docampo http://lacomunidad.elpais.com/latabernadelosmares/2010/06/27/ardicia-o-premonicion-y-realidad-/ 2010-06-27T20:30:21Z César latabernadelosmares@yahoo.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario