Después de bailar este TANGO FLAMENCO, transido de empuje, astucia y de coraje, la Diva “OrapMa”, recobrando valor, se puso a escribir:
Desde mi universo quedo y quieto.
Te quiero, Adonis. Pero no estás ni aquí ni allí. Me duele tu lejanía y tu ausencia hoy más que ayer. Y no sé por qué. El tiempo envuelve las fisuras de mi corazón y de mi alma mientras mi cuerpo se estremece con tu recuerdo y con tu olvido de la misma manera. Un sol tímido envuelve la dulce figura del Partenón.
Te necesito conmigo. Sé que no puede ser pero yo ya no mando en mi ser profundo.
Nunca entenderás mis sentimientos hacia ti. Lo sé y, a veces, la rabia de saberlo me deja sin aliento vital. No importa. Yo he aprendido a lo largo de la vida a callar, a sentir bajito el desamor del "otro", a esperar, a ocultarme tras las ventanas de mi casa para llorar a solas y abrazarme a mi tristeza querida. Así construí mi cabaña donde la miel y el espliego la rodearon blandamente hasta que tú llegaste para beber conmigo el néctar sagrado de los dioses.
Aquella alquería solitaria…, de la que tú me hablaste por primera vez en tus cartas deliciosas de antaño, ha abrazado mi pena para siempre jamás.
Jugué a olvidarte, pero no sabía. Jugué a amarte y tampoco pude. Jugué a enamorarte y te fuiste cabalgando sobre el olvido y la pena.
Amigo queridísimo, aún estás a tiempo para escoger el resto de tu vida lo mejor.
Sálvate tú ya que yo no puedo. OrapMa.
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G. Verdi. II Trovatore. Coro de Gitanos.
César R. Docampo
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