"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

domingo, 21 de septiembre de 2014

LOS MUERTOS NO SE TOCAN, ¡NENE!...


LOS MUERTOS NO SE TOCAN, ¡NENE!... ...Es el título de la película que inauguró el Festival de Cine “SEFF'11”. Film inspirado en una novela inacabada de Rafael Azcona. ========================================= Un esperpento a lo “Valle Inclán”. Pero alguien dijo alguna vez que, si todo fuera justo y feliz, no existiría el arte. “Los Muertos no se tocan, nene”, es un viaje a la vida cotidiana en la España de posguerra; a la casa de una familia y las pequeñas miserias tras la muerte del bisabuelo. Un sainete. Una muestra más de esa estética tan propia de los españoles, entre lo lamentable y la ternura. Todos los personajes son perdedores. Y si, para colmo, la gente se ríe, no hay nada más que explicar. “No tengo nada que añadir a esta locura...”, exclamó Susan Youdelman, viuda de Rafael Azcona, el viernes pasado en Sevilla después de ver la película. “Los Muertos no se tocan, nene”, por referirse a la España de los años 50 y sus costumbres obsoletas, es un film realizado en blanco y negro. Pretendiendo, de este modo, pintar a España como si fuera una deformación grotesca de la civilización europea. El acercamiento a Europa a través de los tratados preferenciales con el Mercado Común, sería obra del ministro Ullastres, diez años después. … … … Hablando del cine y sus dos grandes temas de reflexión, el AMOR y la MUERTE, en estos momentos tienen ustedes en las pantallas “Melancolía”, dirigida por el danés Von Trier, y protagonizada por una bellísima actriz: Kirsten Dunst. “Melancolía” es el tercer apocalipsis. Este mundo se acaba, es su mensaje. Y nosotros nos iremos. ¿A dónde...? … … … Y, hablando de la muerte, apocalipsis o fin del mundo que, según los calendarios mayas está a la vuelta de la esquina, permítamne la siguiente reflexión. PRIMERO: Epicuro, aquel filósofo griego de salud precaria y fiel a la filosofía de Demócrito, fundó un círculo de amigos y una doctrina (el Epicureísmo) que indagaba escudriñando sobre la FELICIDAD, con el fin de inmunizarse frente a los estados de depresión y demás turbaciones anímicas. El Epicureísmo eliminaba el miedo a la muerte mediante un juego de palabras. Hablando Epicuro sobre la FELICIDAD, uno de sus discípulos levantó la mano y dijo: Maestro, todo cuanto dices está muy bien pero... ¿y la muerte? -¡Tranquilos, muchachos! -respondióle Epicuro-. Porque, mientras nosotros somos, la muerte no es; y, cuando la muerte es, nosotros ya no somos. SEGUNDO: Martín Heidegger afirma que el “dasein” (el “ser-ahí”, el hombre) es el único ser que se interroga por el “ser” (“sein”) y por “el sentido del ser” (“sin des sein”), llegando a la conclusión de que el “dasein” (el hombre) es un “ser para la muerte”. Según Heidegger, 1.- La muerte es lo más mío: Nadie puede morir por nosotros. 2.- La muerte es lo más incierto: No sabemos cómo, dónde ni cuándo acontecerá. 3.- La muerte es lo más cierto: Todos, algún día, hemos de morir necesariamente. TERCERO: ¿Se muere para siempre? Las teorías según las cuales el Universo nace, perece y vuelve a nacer en una constante sucesión cíclica, tiene antiquísimos precedentes. El Hinduismo brahmánico en las faldas del Tibet con su teoría de las reencarnaciones, tomó carta de naturaleza en la mismísima Academía de Platón. Platón utiliza el término “Metempsícosis”, cuya traducción es “Transmigración de las almas”. Del Hinduismo derivó el Budismo, escuela que nos habla de “Kalpas” o períodos entre el nacimiento y la destrucción de los mundos. La duración de cada “Kalpa” se supone muy larga; varios millones de años. El nacimiento de los mundos tiene lugar por condensación extrema. Y su final, por conflagración. El número de “Kalpas” es infinito, de manera que este proceso cíclico es eterno. CUARTO: Esta sucesión cíclica de los mundos, conlleva y a la vez es sustentada por la doctrina sobre “El Eterno Retorno de Todas las Cosas”: tesis (ésta) defendida por muchos pensadores griegos, siendo muy común entre ellos el considerar cada ciclo como un “Gran Año”. La teoría atribuida a Heráclito, según la cual el mundo surge del fuego y vuelve al fuego a través de ciclos fijados por toda la eternidad, es una objetivación más de la doctrina del Eterno Retorno. Lo mismo afirmaban los pitagóricos y los estoicos, fincados en la cosmología de Heráclito. Las causas empíricas y su adopción se fundamentan en la atención y advertencia sobre el carácter cíclico de muchísimos procesos naturales; por ejemplo, el cambio de las estaciones, que nos muestra la idea de un continuo regresar al punto de partida. QUINTO: Filósofos y pensadores medievales, especialmente árabes, formularon ideas parecidas. Alkindi, Avicena, Averroes (y, por consiguiente, el averroísmo latino), admitían y defendieron esa reaparición periódica de los acontecimientos; una evolución “circular” del mundo (único, éste) regido por la revolución eterna de los astros. SEXTO: Los autores cristianos, sin embargo, no podían (o no quisieron) admitir la idea de un eterno retorno. “Lo que sucede o pasa en un momento -decían-, no vuelve a suceder, porque es historia. Sólo en algunos casos concibieron el “devenir” a modo de un volver: “Volver a la unidad primera”. Fue el caso de la “Apocatástasis” de todas las cosas, o “Restitutio universalis”, en Orígenes, términos que, sin pretenderlo, también expresan la idea del Eterno Retorno. SÉPTIMO: En la época contemporánea, F. Nietzsche formula la doctrina del Eterno Retorno (“die ewige Wiederkunft”) al suponer o imaginar que, en un mundo donde los átomos sean indestructibles y finitos, las infinitas combinaciones posibles de los mismos (en la eternidad del tiempo) darán un número infinito de mundos entre los cuales estará comprendido un número infinito de momentos iguales. Por consiguiente, el hombre tiene que vivir un número infinito de vidas. OCTAVO: Unamuno llama a la doctrina del Eterno Retorno “una formidable tragicomedia”, un remedo de la inmortalidad del alma. Karl Jaspers (médico, filósofo existencialista y asesor personal de Adenauer) supone que la doctrina de F. Nietzsche es exclusivamente ética y, en modo alguno, cosmológica. Lo que tal doctrina pretende mostrar -argumenta Jaspers- es que el hombre es responsable por sus acciones de un modo definitivo, hasta el punto de que cada una de sus acciones se repite un número infinito de veces. M. Heidegger hace de la doctrina del Eterno Retorno nietzscheana uno de los elementos fundamentales en la “destrucción de la metafísica occidental”. Con frecuencia se estima que dicha teoría sufre de las mismas contradicciones con que tropieza cualquier doctrina que opere (en la realidad) con el concepto de Infinito. Desde una significación física, debiéramos excluir la posibilidad de sistemas cerrados o relativamente cerrados dentro del Universo. En cambio, en su sentido metafísico, tan sólo se excluye la idea de la irreversibilidad del tiempo y la reducción de todas las realidades a un mismo nivel. NOVENO: Así pues, considerada como una descripción del proceso cósmico y no como una teoría filosófica apoyada en la posibilidad de un número infinito de combinaciones de los mismos elementos, la doctrina del Eterno Retorno ha sido reformulada por algunos cosmólogos contemporáneos. Es el caso de G. Gamow, cuya teoría se parece, en sus líneas más generales, a los precedentes más remotos del “Eterno Retorno de Todas las Cosas”. En esta Cosmología contemporánea interviene la noción de condensación extrema de la materia y su expansión hasta alcanzar un estado de rarefracción extrema, a partir de la cual se produce de nuevo la condensación. Y, así, eternamente hasta el infinito. Sobre este tema existen carradas de libros. De entre todos ellos, les aconsejo la lectura de una obra publicada en 2008 por Ediciones Obelisco: “LA FÍSICA DEL ALMA”, del Dr. Amit Goswami, catedrático de Física Cuántica en la Universidad de Oregón. DÉCIMO: CONCLUSIÓN. Nada muere. Nada perece. Y nosotros, que ya hemos vivido otras vidas, después de ésta, volveremos a vivir muchísimas más...¡Eternamente! No sólo ha de ser “Live after Live”, vida después de la vida; sino también la constatación de que ya hemos vivido otras muchas más: “Live before Live”. Amigos míos..., Si para F. Nietzsche VIVIR es ser, querer ser, sentir que se es...; si vivir consiste en experimentar el mayor número posible de impulsos y apetitos..., he aquí la Epopeya del “élan vital” (nuestra errática existencia, que es nuestra vida), la estructura de lo viviente real en nosotros, como afirma Henri Bergson. Y si, en un momento determinado del tiempo, aparecía yo en el Universo, en un pueblo malagueño cualquiera (v.g. CAMPILLOS) surgiendo de esa Infinita Corriente Vital que se concreta en una pluralidad de organismos..., años después me corresponderá morir. Estamos diciendo “morir”. No “volver a la nada”. Morir -afirma la doctora Elisabeth Kübler-Ross en su obra “La Muerte un Amanecer”-, morir -nos dice- es trasladarse a una casa más bella. Es abandonar el cuerpo físico como la mariposa abandona su capullo de seda. Morir es pasar a un nuevo estado de conciencia en el que continuaremos existiendo. César R. Docampo http://lacomunidad.elpais.com/latabernadelosmares/2011/11/06/los-muertos-se-tocan-nene-/ 2011-11-06T20:46:44Z César latabernadelosmares@yahoo.es

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