ANTONIO MACHADO, Y LA ANGUSTIA POR LA TENSIÓN ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE.
Frente al sinsentido de nuestra existencia caben tres actitudes fundamentales, una de ellas ambivalente. Esa experiencia dramática de nuestra vida, en la búsqueda de sentido fue vivida por el poeta Antonio Machado. Dios aparece en su obra como una respuesta que abre al hombre a la plenitud de la luz, desde la angustia por la tensión entre la vida y la muerte.
El sentido de la existencia consiste en vivir la vida de atrás adelante, desde la vida a la muerte, asumiendo el sinsentido críticamente. El sinsentido representa la sombra y lo sombrío respecto a la luz vital, la otra cara y el contrapunto. Y, desde aquí, la necesidad de re-mediar los contrarios y complicar los opuestos a través de la trama conflictiva entre la vida y la muerte.
Y Dios aparece aquí en la confluencia de la luz, del Ser y del No-Ser, o la Nada. Se trata de una recreación del mundo fatídico, o, si se quiere, de una procreación poética y metafísica, surgiendo así la realización como liberación simbólica de lo real, atrapado o encadenado por la contingencia, la confinitud y el confinamiento, pero también por la incuria, la injusticia y la inhumanidad.
El duelo de existir supone una respuesta humana impuesta por los hechos y que nunca puede dejar de darse. La apertura libre del hombre a Dios tiene una relación sin duda con la actitud humana, es decir, con la forma de situarse ante el duelo de existir.
La apertura de Machado a la luz final de la Divinidad, estuvo fundada en su actitud ante la vida, en su talante ante el duelo de existir. El talante ante la vida (la pasión con que el hombre busca la vida y la plenitud) están en el fundamento del tipo de respuesta que el hombre es capaz de asumir ante el sentido, bien sea el teísmo, el ateísmo, la creencia o la increencia.
Continuará. César R. Docampo.
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