Las Guerras Médicas fueron el paso de la época arcaica al siglo de oro de Grecia. El impulso lo dieron los griegos del Asia, sin pretenderlo. Los griegos del Asía habían vivido en amistosas relaciones con los reinos menores de Anatolia. Esta convivencia resultó beneficiosa para la dos partes: Los griegos helenizaron a sus vecinos infundiéndoles un poso de humanismo y respeto al hombre. Sus vecinos, en concreto el reino de Lidia, hicieron de transmisores de las corrientes culturales del Oriente y, a la vez, frenaron el influjo despótico de los imperios de Mesopotamia.
En la práctica, los griegos vivían en una sumisión benévola a Lidia. Al sucumbir el reino lidio bajo el ataque persa, los griegos pasaron a ser súbditos de un imperio con mentalidad más asiática y despótica. Los 500 jonios de Mileto se sublevan y piden auxilio a las metrópolis de Grecia. Sólo Atenas y Eretría acuden en su ayuda. La sublevación cunde por toda la costa y los jonios toman e incendian Sardes. Pero repuestos los persas, inician la contraofensiva, que termina con la toma y destrucción de Mileto el año 494.
Se ha dicho, a veces que el fruto de las guerras médicas fue insignificante para Grecia, ya que las pérdidas sufridas por las personas no afectaron sensiblemente a su gran imperio.
Para Atenas, las campañas persas son el renacer de su Edad de Oro. La Atenas monumental de los tiempos de Pisístrato ha quedado destruida y el campo abierto para la nueva Atenas de Pericles.
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