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¿Quién sabe lo que nos depara el Destino?
Sin la necesidad de asomarnos a tantas y tantas profecías aterradoras, diremos que sí perdura la amenaza de otra guerra nuclear. Y, también la amenaza de un "Crack" bursátil y monetario de envergadura mundial, así como otras novedades imprevistas.
Y, en medio de todo ello, los cascarrabias de siempre reprochando el anunciar tales cosas. Pero el caso es que nos estamos asomando a una nueva época de gran pavor en todas partes.
En todas partes surgen focos de inestabilidad y de violencias. Y, a mí, se me ocurre pensar que, tal vez, quizás, en el fondo de toda esta cuestión, subyace una realidad de por qué tantas guerras.
En teoría, el desarme de los pueblos es relativamente fácil, porque tanto la pólvora, el acero como las armas atómicas, pueden recuperarse. Y, entonces, el problema consistiría en desmovilizar a millones y millones de militares para convertirlos en civiles.
Tal vez los hombres todavía no estamos lo bastante maduros para comprender que la violencia engendra violencia.
Cuando Mao Tsé-tung decía "No se puede abolir la guerra más que con la guerra; para que no haya más fusiles es preciso empuñar el fusil"..., ¿estaría expresando una antífrasis monstruosa?
César R. Docampo
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