"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

viernes, 6 de julio de 2018

EL SENTIDO CÓSMICO DE LA CIENCIA.







FÍSICA y  METAFÍSICA.  Los peligros del puro pensar formalista.
Los  primeros éxitos de la Ciencia enorgullecieron de tal manera la razón humana, que el racionalismo, que empezaba a ir de capa caída en el mundo filosófico, no sólo se vigorizó en los ambientes científicos, sino que volvió a invadir las nuevas corrientes filosóficas del pasado y del presente siglo. 

No es lugar aquí para hablar de la superación del racionalismo, ni de la urgente necesidad  para nuestra cultura de vencer el esquema idealista que, desde Platón hasta nuestros días, viene gravitando sobre la mente occidental, haciéndola vivir en una tensión artificial representada por la dicotomía entre un mundo de esencias  -ideas, conceptos,  universales, a priori-  y un universo real de existencias   -cosas, cuerpos, individuos, "realidades"-  que sólo es, en cuanto participa del primero.

Las consecuencias de este esquema son tan generales como el mismo esquema. Desde estorbarnos para penetrar en el Misterio de Cristo  -pues lo hacemos un caso particular de unas categorías universales-  hasta darnos una inadecuada visión de nuestra vida interior cristiana, ya que ponemos la perfección en una  "idea",  en lugar de ponerla en una persona, y, en consecuencia, nos hace tender hacia un ideal irrealizable, es decir, irreal. Pero lo que ahora nos interesa es una simple consecuencia cosmológica de este fascinante esquema idealista.

Si la verdad de las cosas se encontrase sólo en la región de las ideas y los pobres seres  -reales, al fin y al cabo-  del mundo sublunar no fuesen sino aproximaciones de aquella "realidad"  trascendente   -intermedia entre la Divinidad y las cosas, por mucho que se la hipostasie en Dios-, entonces las cosas de la tierra tendrían que seguir estas leyes dialécticas del puro pensar, únicas con las cuales entraríamos en contacto con el mundo de las ideas. Todo lo cual es racional y todo lo racional es real, dirá esta doctrina llevada a sus últimas consecuencias. Lo demás es un  "mé  on", potencia, fenómeno, apariencia,  "doxa".

Lo maravilloso del caso es que durante un buen trecho puede caminarse por esta senda llegando a consecuencias felices. Un caso típico es la aplicación de las Matemáticas al Mundo físico. Cuando los pitagóricos pusieron la realidad viva y palpitante en manos de los números, no quisieron racionalizar las cosas, porque los números eran para ellos símbolos reales de la realidad inconmensurable, pero de hecho hipotecaron toda la  cultura occidental en manos de unos capitalistas sin corazón que todavía tienen en su poder las riendas de la civilización post-helénica. Los números, en virtud de una dialéctica interna muy interesante, se desvalorizaron de su contenido mítico y místico para convertirse en meros guarismos. Nadie ha podido hasta ahora pagar la hipoteca y recuperar la libertad. Por eso el Cristianismo se pasó durante siglos siendo  "anticultural", y cuando luego se  "culturalizó, lo hizo a base de una distinción, dentro de aquel contexto precioso y fundamental, entre Naturaleza y  Sobrenaturaleza, dando una cierta autonomía a laprimera, y reservándose  -por no decir refugiándose--, en el ámbito de la segunda. Pero baste con lo dicho como introducción general al tema.

Entiéndase bien. No se dice que la razón raciocinante, y más concretamente aún, la logística numérica, no sean dos potentes e indispensables auxiliares del hombre y de la cultura humana respectivamente; sino que se defiende la prioridad de lo dado y sobre todo la mayor riqueza óntica  -y en consecuencia  la irreductibilidad-  de la realidad del ser creado frente al esqueleto racionalista  -o cuantitativo, del mundo racional, o matemático.
                                                                   César R. Docampo

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