"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

viernes, 1 de diciembre de 2017

EN EL HOSPITAL GROOTE SCHUUR DE CAPE TOWN ( CIUDAD DEL CABO), PRIMER TRANSPLANTE DE CORAZÓN EN TODO EL MUNDO.



          DOCTOR  CHISTIAAN   NEETHLING   BARNARD  EN  "LA  TABERNA DE LOS MARES".




                                                      HOSPITAL   "GROOTE  SCHUUR"

Son las 2 de la madrugada del domingo día 3 de Diciembre de 1.967. En una salita del hospital Groote Schuur se encuentra Edward Darvall. Sus últimas lágrimas ya se enfrían, se sosiega lentamente el temblor en sus ancianas muñecas, y apacíguase su mente sacudida.
En sus bellísimos ojos aún perdura el espanto de aquellas imágenes con sangre en un paso de cebra de Main Road, en Salt River, frente a la pastelería Wrensch Town. 
A las puertas del verano, siendo las  15'45 del 2 de Diciembre de 1.967, su hija y su mujer salían sonrientes con  un pastel de caramelo sobre las manos. Soplaba,  desde el interior,  el "berg wind"  ("viento de la montaña"), causando un calor asfixiante. 

Madre e hija, cogidas de la mano, portaban el pastel en busca del coche aparcado en la otra acera. Edward Darvall las observaba desde el coche escuchando la radio. Así iban. Dicharacheras y muy sonrientes, prometiéndose una tarde alegre en casa de aquella amiga que celebraba su cumpleaños.  Así iban, contempladas desde los altos espacios por la impertérrita presencia de Table Mountain, cuando, en el instante en el que estaban cruzando el paso de cebra, irrumpió brutalmente el coche conducido por Frederick Prins, un jefe de ventas de Ciudad del Cabo, y  ¡Zaaasss...!, sin aviso ni más frenazo, impactó contra los dos cuerpos, disparándolos por el aire.

Y estallaron gritos entre las gentes. Acudían todos con las manos a la cabeza. Una dislocada furia de piernas pateó el pastel de caramelo. Enseguida llegó una ambulancia, y los llantos y los gritos decrecieron dejando espacio a la sagrada tarea de sanitarios y demás facultativos. La consternación expresábase ahora con un respetuoso silencio bajo las ráfagas y el chispear de las ambulancias.
Cuando todo aquel cortejo médico se presentó ante las puertas de  Urgencia  del Hospital  Groote Schuur, la señora Myrtle Ann Darvall fue declarada D.O.A. ("Dead on Arrival"). Su hija Denise Darvall ingresaba con la cadera destrozada, medio degollada y, en la cabeza, un tremendo cráter de cabellos, coágulos y sangre. Pero su corazón de veinticinco años aún latía. Y los dos cuerpos, uno nacido del otro, habiendo ingresado juntos, prosiguieron caminos dispares:  La madre, al depósito de cadáveres. Su hija Denise, colocada en la camilla de ruedas bajo una sábana blanca, ascendió hasta el quirófano del piso B, donde daría comienzo otra lucha. Una batalla de diez horas frente a la contundencia de la muerte adueñándose de aquel cuerpo joven y bonito, no en todas sus partes, con los labios deformados en una mueca grotesca, y su linda cabellera negra revuelta en sangre, huesecillos y coágulos.

Más allá de las paredes del hospital, luce el sol sobre las anchas calles cortadas a escuadra. En la más elegante de todas, la antigua  "Heerengracht"  ("Paseo de los señores") que, en el siglo XIX pasó a llamarse   "Adderley Street", con hileras de robles a ambos lados, y un ancho parterre central con palmeras y fuentes, lucían las estatuas del navegante portugués Bartolomeu Dias, del fundador Jan van Riebeeck y su mujer María de la Queillerie. Las tres estatuas, enteradas de lo acontecido, se estremecieron y se arrodillaron rezándole al Señor para que, en su Cape Town,  fuera posible el milagro. Lo vieron así; eso vieron algunas gentes, siendo la media tarde. Y entre la maleza de Table Mountain, también los caracoles, los puerco espines, mangostas y otros reptiles, lo vieron todo, supieron todo a través del éter psíquico, soplo de Vida donde hay vida.

El señor Darvall aguardaba sentado en un banco de madera, lejos de la sala de operaciones donde batallaban por salvar la vida de su hija Miss Darvall: Abluciones, plasma, máquinas y un artístico zigzag de manos sabias. Al fin Denise Darvall se amorata, se paraliza, se les muere, entra en agonía irremisiblemente. Se  apaga su vida en la luz de la noche. Es de noche sobre el Groote Schuur. Sin explicación dentro de la tragedia, el anciano Edward Darvall, a quien se le han administrado sedantes, sigue en el banco de madera llorando a su esposa y presintiendo el fatal desenlace de su hija, cuando se le acercaron dos médicos con batas blancas.


 -Vamos a serle sinceros  -dicen-. Se ha hecho por su hija todo lo posible. No pudo hacerse más. Ya no existen esperanzas.


El anciano Edward se estremeció en lo más profundo de su ser,  y sus últimas lágrimas luchan por asomar. Iba a llorar, pero se detuvo en su emoción cuando uno de los cirujanos le expresó un ruego. El primer ruego que le hacía un hombre:

          -Puede usted prestarnos un gran servicio a nosotros y a toda la Humanidad, si nos concede autorización para trasplantar el corazón de su hija.

Después de escuchar la explicación de los médicos, en la que le hablaron de Louis Washkansky y su necesidad de un corazón nuevo para no morir, Edward Darvall, serenándose, dijo:
          -Si no hay solución para mi hija, si ya no existe esperanza, salven la vida de ese hombre.

Y, con un venerable temblor en sus manos, firmó la autorización. Instante éste en el que todo se puso en marcha. Médicos y enfermeras fueron reclamados urgentemente. La misión de encontrar donante adecuado y, al mismo tiempo, conseguir la autorización legal, se le había encomendado al Dr. Bosman. Cuando el señor Darval rubricó el consentimiento, el Dr. Bosman inmediatamente llamó por teléfono al patólogo del equipo, Martinus Chistopher Botha. Y le dijo:
          -Hay aquí una joven que ha sufrido un accidente y es un donante en potencia. ¿Qué tiempo precisas para darnos la respuesta sobre compatibilidad de tejidos?
          -Dos horas y media  -contestó el Dr. Botha.

Dos horas y media se precisaban para separar los glóbulos blancos en la muestra de sangre de Denise Darvall, determinar la ausencia o presencia de esos doce factores importantes con vistas a la compatibilidad de tejidos.  El análisis biológico sobre los tejidos de Washkansky ya había sido realizado tres semanas antes. 

Cuando el Dr. Martinus Botha acabó la investigación sobre los tejidos de Denise Darwall, supo que era imposible haber encontrado un donante más adecuado. Las características de los tejidos de la joven donante tan sólo podrían ser superadas en el caso de gemelos univitelinos. De manera que, transcurridas las dos horas y media, Martinus Botha se acerca al teléfono y habla con el Dr. Bosman;
           -Escúchame, Bossie. ¡Formidable!  ¡En marcha!

Los médicos y enfermeras del equipo, que habían sido reclamados con urgencia, se van presentando a su manera.

Y, al mismo tiempo, el equipo de anatomopatólogos que dirige Martinus Botha, determinó también la compatibilidad de tejidos de Denise Darvall para un transplante de riñón que iba a verificarse en el hospital Karl Bremer, dependiente de la Universidad de Stellenbosch. A veinte millas de distancia, en Stellenbosch, la segunda ciudad más antigua de Sudáfrica, donde sus primeros habitantes, allá por 1679, ya plantaban robles, construían iglesias y casitas encaladas, había un niño negro de diez años llamado Jonathan van Wyk, esperando el riñón derecho de Miss Darvall.

Louis Washkansky, que durante aquella falsa alarma del miércoles, día 23 de Noviembre, había sido trasladado, desde la Sala A-1, a una habitación especial de la Sala C-2, en estos momentos ya estaba listo para subir a la camilla de ruedas e ir al quirófano.

El Dr. Val Schire, jefe del equipo de cardiólogos del hospital Groote Schuur, deja en manos del Dr. Christiaan N. Barnard este gran ensayo.

El Dr. Marius N. Barnard, hermano de Christian, acababa de cenar en compañía de unos amigos e iba a acostarse, cuando sonó el teléfono. Otro cirujano, Terry O`Donovan, ya estaba dormido. Cecil Moss, doctor anestesista, se encontraba en el teatro Labia donde estaba en cartel  "La Extraña Pareja", de Neil Simon. Otro técnico del equipo, Alistair Hope, se presentó en el hospital Groote Schuur sin aliento.
          -¡Vaya!  -se explicó al llegar-.  Cuando me llamásteis, volé hacia el auto, pero acabó de averiarse al comienzo del Pico del Diablo.
          -¿Y qué has hecho?
          -Abandonarlo y echar a correr.

Casi todas las enfermeras del equipo estaban ausentes: La jefa  Sannie Rossouw, Tollie Lambrechts  y Amelia Rautenbach, se encontraban en una fiesta de disfraces.  Cuando fueron requeridas por teléfono, sobre las doce de la noche, estaban vestidas en traje de baño  (moda  "años veinte"), en las afueras de Ciudad del Cabo y bailando el charlestón. Abandonaron inmediatamente la fiesta. Alguna de ellas, sin tiempo para cambiarse, cubrió su disfraz con un impermeable, y así se presentó en el quirófano.

Mientras iban llegando los componentes del equipo Barnard, Ciudad del Cabo se disponía a dormir bajo la custodia sobrenatural del Table Mountain, atalaya viviente en esa noche de comienzos de verano. Se habían cambiado las tornas.

Ya no soplaba el cálido  "Berg Wind"  ("viento de la montaña"). En su lugar, lo hacía un viento del sudeste, racheado y refrescante, el  "Cape Doctor"  ("Doctor del Cabo"), llamado así por su efecto limpiador, referido a un pasado cuando las epidemias eran frecuentes en Ciudad del Cabo.
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Sirva esto de avance. A continuación, cuando tengan el libro en sus manos, podrán leer...:  "AGONIZA  DENISE  DARVAL. LOUIS WASHKANSKY  YA  ESTÁ ANESTESIADO".  

Mañana, día 3 de Diciembre, se cumplirán los 50 años de este acontecimiento. Al día siguiente, César R. D., quien les habla, comenzaba a trabajar en esta obra.                                                                                                        




 César R. Docampo.

                   
          

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